08/04/2002-
Premios Nobel Iberoamericanos
César Milstein: honor argentino
al servicio de la Medicina
Con
su consagración, Argentina obtuvo el tercer premio Nobel de Medicina
en 1984.
El
galardón le fue concedido en reconocimiento a sus aportaciones
al conocimiento de los principios que rigen la producción de los
anticuerpos monoclonales, esenciales para que las ciencias médicas
simplifiquen su acción en la medicina preventiva. El representante
del Gobierno Argentino en el acto de entrega del Premio, Jorge Sábato,
declaró: "voto para que nunca más la intolerancia produzca
el éxodo de personas que, como el doctor Milstein honran a la Argentina",
en alusión a su forzado exilio en el Reino Unido.
Juan
Carlos Tissoni- Unv. Buenos Aires/ Para
la instancia suprema, el médico bahiense realizó su labor
científica en Londres, dándose el caso de otro investigador
que debió abordar su exposición fuera de las fronteras argentinas.
Contrastando con la imagen de solemne autoridad de algunos investigadores
y profesores, la figura de César Milstein - sencilla y sobria-,
parecía extraña en la celebración.
Nacido en Bahía Blanca en 1927, fue el segundo de tres hijos varones
de un matrimonio judío afincado en la ciudad sureña. La
ciudad de Buenos Aires acogió al joven que seguía confortado
en los esfuerzos para lograr lo que se proponía: caminar sobre
dificultades para elevarse dignamente.
Entonces, el joven Milstein esparcía su espíritu inquieto
que manifestaba entre sus colegas, haciendo gala incluso de su afinidad
por la música y la poesía junto a una guitarra que le servía
como mensajera de otra pasión.
Tras recibir el título de Licenciado en Química y a pesar
de admitir que no fue un alumno brillante al dedicar gran parte de su
tiempo a la actividad política estudiantil, era de aquellos jóvenes
que "leían poco pero aprendían mucho".
El profesor Andrés Stoppani, a cargo entonces del Instituto de
Química Biológica de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Buenos Aires, sería el encargado de dirigir su tesis doctoral.
Concretada sin apoyo económico, versó sobre el estudio de
una enzima.
En
Cambridge
Luego de concretar el doctorado ganó una beca que selló
su destino. Cambridge ya lo aguardaba para modelar el sustento que poseía.
En consecuencia, el Departamento de Bioquímica de la Universidad
de Cambridge pasaría a convertirse en su nuevo escenario por tres
años. Allí continuó el eje central de sus estudios
-la enzimología- e ingresaba al "staff" científico
del prestigioso Medical Reaserch Council donde se honraría a sí
mismo y a la medicina argentina.
Regresó a Buenos Aires para desempeñarse como jefe de Biología
Molecular de Instituto Nacional de Microbiología "Carlos Malbrán".
En ese puesto permanecería dos años, hasta que persecuciones
políticas y el desconocimiento de su capacidad por parte de quienes
impartían órdenes, obraron para que optara dejar su protagonismo
y decidiera el viaje definitivo a Londres, previo a un llamado desde aquella
capital "que lo conminaba a tomar un avión" para instalar
su futura notoriedad.
A partir de entonces se volcó a su nueva incursión en el
MRC, al optar por un cambio notable en la línea de investigación
que seguía. El estudio de las enzimas lo llevó al campo
de la inmunología. En este área sus hallazgos comenzaron
a manifestar gran repercusión.
El descubrimiento de los principios que rigen la producción de
anticuerpos monoclonales le valió el premio Nobel. En el acto de
consagración su doble nacionalidad creó un problema de protocolo
para los suecos, pero la ingerencia del embajador británico allí,
salvó esas cuestiones de severidad protocolar.
En el homenaje brindado tras recibir el galardón, el entonces secretario
para Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
de Argentina, Jorge Sábato, en palabras finales sostuvo: "voto
para que nunca más la intolerancia produzca el éxodo de
personas que, como el doctor Milstein honran a la Argentina". Hacía
alusión al traspié provocado por los soberbios que no le
permitieron desarrollar desde su país, la labor valorativa de las
ciencias.
Un biógrafo destacaba que Milstein quedará en la historia
de las ciencias biológicas, indisolublemente ligados a dos palabras:
anticuerpos monoclonales. El descubrimiento de principios que rigen la
producción de éstos, fue el escalón por el que accedió
al premio Nobel 1984 y motivos para que las ciencias médicas simplifiquen
su acción en la medicina preventiva.
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