24/01/2003-Diálogo
Iberoamericano: Información General
Maíces,
Teosintles, Zea diploperennis y los indígenas mexicanos
Los
genes utilizados para la obtención de granos de alto rendimiento
provienen de los maíces criollos producidos en las parcelas campesinas
por la presencia, entre otros, de plantas denominadas teosintes. Uno de
los teosintes con mayor potencial es el Zea diploperennis, denominado
“Chapule” por los indígenas, capaz de tolerar la sequía,
soportar enfermedades y lograr, mediante el cruce con el maíz,
híbridos fértiles. Aunque las poblaciones de Zea diploperennis
se han mantenido gracias a los indígenas, quien tiene la tecnología
y los recursos económicos, puede obtener maíces con genes
del “Chapule” y es quien patenta y se lleva las ganancias
por venta de semilla “mejorada”. Ningún beneficio cae
sobre quienes conservan realmente in situ el “Chapule”.
L.
R. Sánchez- Velásquez – Univ. Veracruzana /
México
es reconocido como un país de megadiversidad biológica;
también es considerado como uno de los países con mayor
diversidad de plantas cultivadas y de sistemas agrícolas. Toda
evidencia arqueológica y biológica señala que en
México se originó el maíz. México ha aportado
40 razas de maíz adaptados a diferentes condiciones climáticas
que van de 0 a 2700 metros sobre el nivel del mar. Este cereal ha sido
uno de los tres principales cultivos más importantes en la producción
mundial, una caída fuerte en su producción sería
una catástrofe alimentaria mundial. La producción depende
de la capacidad humans de mantener la fuente continua de genes para llevar
a cabo la obtención de maíces de alto rendimiento que, además,
estén adaptados a las condiciones cambiantes del ambiente. Los
genes utilizados para ello provienen de los maíces criollos producidos
en las parcelas campesinas por las cruzas de otros maíces y la
presencia de plantas arvenses que son parientes silvestres del maíz;
los teosintes. Los teosintes han sido un factor determinante de la gran
variedad de maíces, la mayor parte de ellos están asociados
a las prácticas agrícolas tradicionales del maíz.
Es ampliamente conocido que las plantas arvenses fomentan la diversificación
genética en sus parientes domesticados. En México se da
la hibridación entre plantas domesticadas y sus parientes arvenses
o silvestres; un ejemplo típico es el flujo genético entre
el maíz (Zea mays) y el teosinte arvense Zea mexicana. Uno de los
teosintes con un gran potencial para el mejoramiento del maíz es
Zea diploperennis, denominado “Chapule” o Milpilla”
por los indígenas de San Miguel de Ayotitlán, Jalisco, México,
que es endémico de la Sierra de Manantlán. El “Chapule”
es un organismo iteróparo (los individuos se reproducen mas de
una vez) con tallos semélparos (los tallos sólo pueden producir
semillas una sola vez y mueren), su crecimiento es clonal con producción
de rizomas. Su principal banco de frutos se encuentra en la parte aérea,
esta asociado a las perturbaciones antropogénicas y fue la “punta
de lanza” para la creación de la Reserva de la Biosfera Sierra
de Manantlán, que pertenece actualmente a la Red Internacional
de Reservas de la Biosfera del programa El Hombre y la Biosfera de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura. Zea diploperennis tolera a la sequía y a
siete de las nueve principales enfermedades que atacan al maíz,
posee la capacidad de cruzarse con éste y formar híbridos
fértiles. Si se lograra fijar sólo la perennidad al maíz,
se obtendrían ahorros de aproximadamente 6.82 billones de dólares
anuales en los Estados Unidos, demostrando así un amplio potencial
para el mejoramiento genético del maíz. Por estas razones
utilitarias, además de las éticas, su conservación
es importante para mejorar (o al menos mantener) la calidad y cantidad
de la producción maicera en un futuro no muy lejano.
El “Chapule” recibe atención de la gente local para
fines de pastoreo y como fuente de germoplasma. En general, los bosques
de la Sierra de Manantlán están sujetos a la ganadería
extensiva. Durante el periodo de lluvias, los ganaderos de las zonas bajas
adyacentes, suben su ganado para aprovechar el forraje disponible del
sotobosque y en la temporada de secas lo bajan para que coman el rastrojo
de los cultivos y los pastos secos. En el valle de San Miguel, los frutos
de Z. diploperennis son sembrados al voleo en áreas donde los manchones
naturales con este teosinte son escasos o ausentes, con la finalidad de
aumentar la cantidad de forraje y así rentarlo a mejores precios
a los ganaderos. De esta manera, la gente local favorece al “Chapule”
al aumentar el tamaño efectivo de las poblaciones a través
de la dispersión de frutos en áreas donde no había,
o había poco, y al rentar los predios para forraje. Nuestros estudios
demográficos señalan que la quema y los desmontes favorecen
la dispersión de frutos de Z. diploperennis y su mantenimiento.
El “Chapule” es una especie adaptada a perturbaciones y requiere
por lo menos una perturbación (fuego o desmonte) cada cinco años
para su permanencia a largo plazo.
La gente local aprovecha el “Chapule” con la finalidad de
mejorar su maíz. Esto lo logran en un proceso de hibridación
abierto pero dirigido, i. e., dentro del cultivo del maíz dejan
algunos individuos de Z. diploperennis que sirven de receptor al polen
del maíz (probablemente raza “tabloncillo”). Los granos
producidos son seleccionados y posteriormente sembrados para que se retrocrucen
(también abierto) con el maíz; al obtener la segunda generación
nuevamente se repite el proceso, resultando mazorcas y granos completamente
desarrollados y con características fenotípicas del maíz.
De esta manera, estos campesinos, muchos de ellos analfabetas, aparentemente
logran infiltrar genes nucleares del maíz en Z. diploperennis.
Quizá, por fallas de control absoluto del proceso - por ejemplo,
la hibridación y retrocruzas siguientes se hace a través
de la polinización libre - se logre que la progenie "se convierte
en maíz" de 3 a 5 años. Este nuevo maíz es resistente
a las plagas que atacan al maíz almacenado en sus bodegas rústicas
y su vigor es mayor que el del maíz progenitor. La preferencia
de estos híbridos por los campesinos es notoria y con cada generación
de cruzas obtienen más maíz con genes de Z. diploperennis.
Es evidente que las poblaciones de Zea diploperennis se han mantenido,
gracias al manejo que los indígenas de San Miguel de Ayotitlán
han hecho durante muchas generaciones, es decir, el sistema tradicional
de producción del maíz ha incluido el manejo y conservación
del “Chapule”. Quien tiene la tecnología y los recursos
económicos, puede obtener maíces con genes del “Chapule”
(y quizá también de un maíz criollo), y es quien
patenta y se lleva las ganancias por venta de semilla “mejorada”.
Ningún beneficio directo e indirecto cae sobre los mejoradores
empíricos locales y quienes conservan realmente in situ el “Chapule”.
Si se llagase a pagar a los poseedores del “Chapule” un porcentaje
de las ganancias por uso de los genes de este teosinte, se apoyaría
a la conservación in situ y la continuidad de una de las comunidades
mas marginadas del estado de Jalisco en México.
Información:
Lázaro R. Sánchez- Velásquez
Instituto de Genética Forestal
Universidad Veracruzana, Parque Ecológico “El Haya”,
Correo e.: lasanchez@uv.mx
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