30/07/2002-Diálogo Iberoamericano: Investigación

Peces de colores

Los recursos marinos naturales ya no parecen suficientes para abastecer la demanda de pescado para consumo humano, por lo que el desarrollo de métodos para la cría de especies marinas en cautividad parece ser una vía complementaria a la pesca tradicional. Esta circunstancia explica el inusitado auge que la acuicultura ha vivido en Canarias en los últimos tiempos. Desde hace unos años, algunos departamentos de la Universidad de La Laguna participan activamente en proyectos destinados a mejorar la producción de peces destinados al comercio.

Prensa Universidad La Laguna / En mayo de 2002 se puso en marcha un nuevo proyecto de investigación enmarcado en el campo de la acuicultura, supervisado por el catedrático de Biología Animal Antonio Lorenzo, en el que participa también el Centro Oceanográfico de Canarias (COC). El objetivo es lograr una pigmentación adecuada de la piel del bocinegro (Pagro Pargus pargus) en cautividad de manera que sea apto para la venta. El investigador opina que "la ventaja de la acuicultura es que ahora mismo hay una alta demanda de pescado y la sobreexplotación que ha habido ya no posibilita que se pueda abastecer a toda la población. Se debe fomentar el cultivo de peces y si hay una especie en extinción, se puede cultivarla en cautividad para intentar repoblarla".

Es muy común que se engorden peces en cautividad desarrollados a partir de larvas obtenidas en el medio natural. En esos casos no se puede hablar de una tecnología en acuicultura muy refinada, pues se sigue dependiendo de los recursos naturales. Lo deseable es conseguir especies que puedan cultivarse en todas sus fases, ya que eso permitiría que las empresas realizaran previsiones de producción basándose en parámetros controlables, mientras que ahora están a merced de la materia prima que se pueda conseguir en el mar.

Según revela Juana Rosa Cejas, investigadora en el área de cultivos del COC, hasta el momento la acuicultura especies marinas sólo ha podido criar completamente tres especies en cautividad desde su estado embrionario hasta que alcanzan la talla comercial: el rodaballo, la lubina y la dorada. La temperatura del agua en Canarias impide el cultivo del rodaballo, por lo que en el archipiélago las posibilidades reales de la acuicultura se reducen actualmente a dos tipos de peces. De ahí la necesidad de introducir en el mercado nuevas especies que se cultiven integralmente en cautividad.

El desarrollo de especies piscícolas no es tan sencillo como parece, ya que hay que controlar factores muy variados, como la temperatura del agua o los componentes de la dieta. Así, hay muchas que todavía distan de poder cultivarse, pero hay otras cuyos problemas parecen más próximos a solucionarse, y que en breve podrán introducirse en el mercado. El bocinegro es una de ellas.

Mal color

El bocinegro es una especie muy demandada, lo cual la hace comercialmente atractiva para su cultivo. El COC ya ha logrado, tras sucesivos trabajos de investigación iniciados en 1994, desarrollar las técnicas que permiten su cultivo integral partiendo de la reproducción en cautividad y continuando con la cría larvaria, la producción de alevines y el engorde de ejemplares en tanques y jaulas flotantes. Sin embargo, hay aún algunos problemas que deben solventarse para lograr que el bocinegro de cultivo sea similar al criado en el medio natural, y, por tanto, igual de competitivo desde el punto de vista comercial.

El más acuciante es la coloración, ya que por el momento el bocinegro cultivado adquiere una tonalidad gris oscura que dista mucho de la rojiza que presenta en estado salvaje, y que lo asemeja a la dorada japonesa o la sama. "En estas condiciones", señala Lorenzo, "el pescado no tiene aceptación en el mercado, por lo que si se cultiva en cautividad, su única salida es la venta en filetes, que es lo que está pasando actualmente con los lenguados, rodaballos y demás peces planos que presentan problemas de pigmentación."

Por lo que se sabe gracias a investigaciones realizadas con otros peces, la pigmentación depende de los carotenoides, que, como se explica en la memoria de este proyecto, son, junto con las melaninas, "los pigmentos más ampliamente distribuidos en la naturaleza". El problema, según el texto, es que "sólo algunos organismos pueden producir carotenoides (ciertos microorganismos, hongos, algas y plantas fanerógamas), por lo que aquellos que confieren coloración amarilla, naranja y rojiza al músculo, piel y huevos de peces y crustáceos, deben ser incorporados a través de la cadena alimenticia. (...) La cantidad y tipo de carotenoide encontrado en animales acuáticos es, por tanto, el resultado del alimento elegido."

En el caso del bocinegro, experimentos anteriores realizados por el mismo equipo de investigadores demostraron que un grupo de alevines de 3,5 gramos de peso alimentados con una dieta compuesta por un 80% de pienso comercial de dorada y un 20% de camarón obtuvo la coloración rojiza deseada, mientras que alevines a los que se suministró exclusivamente pienso de dorada presentaron la coloración gris oscura. "Con esta base", indica Lorenzo, "vamos a analizar qué tipo de carotenoides tiene el camarón y en qué forma química se encuentran, para de esta manera saber cómo suministrarlo en la dieta y posibilitar que el pez absorba ese pigmento, lo transporte por sangre y lo deposite en la piel. Ya lo hemos logrado con carotenoides naturales (presentes en el camarón), los cuales se presentan en una forma química diferente a los sintéticos."

Dietas variadas

El proyecto, que comenzó a finales de mayo de 2002, está financiado con fondos del Ministerio de Ciencia y Tecnología con una partida de aproximadamente 96.161 euros para la ULL y 54.091 para el COC, y tiene prevista una duración de tres años. En ese tiempo se probarán diferentes dietas para ver con cuál se logra mejor pigmentación.

Lorenzo resume el proyecto: "Se trata de suministrar en la dieta del bocinegro diferentes fuentes de astaxantina, que es el carotenoide que tiene el camarón, en forma natural (extraída de un alga), sintetizada artificialmente por la casa Roche y directamente suministrándole camarón. A lo largo del experimento se toman datos de peso y talla observándose asimismo la pigmentación de la piel. Tras cuatro meses de alimentación se analizará el contenido en pigmentos y en ácidos grasos de la piel y otros órganos para valorar qué pigmentos son los responsables de la coloración obtenida por el pez y qué cantidad se debe suministrar en la dieta. Se trata de conseguir que los bocinegros producidos en cautividad presenten una pigmentación similar a los naturales, suplementando su dieta con carotenoides que puedan adquirirse a bajo coste en el mercado. De esta forma se incrementará la rentabilidad del cultivo."

Los ejemplares de bocinegro necesarios para realizar las experiencias se producen en la Planta Experimental de Cultivos Marinos del COC, ya que no existen empresas que suministren alevines. En este sentido, será necesario mantener un stock de reproductores para obtener huevos fecundados en la época de puesta y realizar el cultivo larvario destinado a la producción de alevines.

Cuando alcancen un peso medio adecuado, los bocinegros serán distribuidos en tanques de 1000 litros. En el primer año se probarán seis dietas, cada una de ellas por triplicado; así, se empleará un total de 21 tanques con aproximadamente 50 peces en cada uno. Hay que prepararlo todo con antelación ya que conseguir los ejemplares para investigación requiere ceñirse a los ciclos de puesta del bocinegro, así que debe estar todo listo para cuando estén disponibles los nuevos alevines.

¿No sería más fácil conseguir la coloración adecuada mediante manipulación genética? Lorenzo cree que no: "En acuicultura, la investigación genética se encuentra todavía en sus comienzos, aunque ya se están aplicando los primeros resultados en salmónidos. Además, esos peces genéticamente alterados, si están en jaulas y por cualquier cosa se escapan al mar, pueden causar daños ecológicos. No es como cultivar vegetales: al ser animales no se pueden controlar completamente."

El riesgo ecológico es otro de los reproches que se suele hacer a la acuicultura. Para Lorenzo el peligro existe pero se puede trabajar con él si se toman precauciones: "Está claro que los desechos procedentes de las jaulas de cultivo marino pueden llegar a causar un daño ecológico. Sin embargo, este impacto ambiental es mínimo si se controla el número y la carga de peces en las jaulas de cultivo y se seleccionan los lugares adecuados para situarlas, teniendo en cuenta las corrientes marinas, la pendiente de la costa y otros factores. Hay estudios en acuicultura para lograr el máximo aprovechamiento por parte de los peces del alimento que se les suministra y así evitar desperdicios y daños ecológicos."

Lorenzo tampoco niega que haya conflictos con otros campos, como la pesca (que acusa a la acuicultura de ser una competencia desleal) u otras actividades costeras como la navegación o el turismo. Pero es evidente que se trata de un sector en eclosión, en el que se trabaja con cada vez más especies. Y al final, se trata de una actividad lucrativa: sólo por eso, seguro que alguna administración encontrará la solución a tantos conflictos.
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