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Diálogo Iberoamericano

Núm. 17-18 / spbre-diciembre 1998. Pág. 32

Adolfo Pérez Esquivel

Arquitecto, escultor, luchador por los derechos humanos, defensor de la no violencia. Nobel de la Paz, 1980.

Carlos Saavedra Lamas (Argentina) en 1936, Adolfo García Robles (México) en 1982, óscar Arias (Costa Rica), en 1987, Rigoberta Mechú (Guatemala), en 1992, han sido, junto Adolfo Pérez Esquivel laureados con la concesión del Premio Nobel de la Paz como reconocimiento a una decidida labor en favor de la paz en el mundo. Saavedra o Robles, desde la diplomacia, y Arias, Menchú o Esquivel, desde la militancia en favor de los derechos humanos han contribuido a mostrar que es la palabra la mejor arma para la paz.

María Luisa García (Diálogo Iberoamericano. Granada). Adolfo Pérez Esquivel nació en Buenos Aires, Argentina, en 1931. Completó su educación universitaria en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Nacional de La Plata. Luego enseñó durante 25 años en los niveles primario, secundario y universitario. Como artista plástico ha producido intensamente en diversos medios y ha exhibido internacionalmente.
En los años sesenta comenzó a trabajar con organizaciones populares involucradas en el movimiento pacifista cristiano de Latinoamérica en grupos de base que promovían la liberación del continente por medios no-violentos.
En 1975 fue detenido por la policía militar brasileña; encarcelado en 1976 junto con obispos latinoamericanos y norteamericanos en Ecuador.
Cuando los responsables del golpe militar de 1976 en Argentina comenzaron una política de represión sistemática, él contribuyó a la formación y el afianzamiento de los lazos entre organizaciones populares que defendían los derechos humanos y apoyaban a las familias de las víctimas. El Servicio de Paz y Justicia que fundó evolucionó en este contexto, y sirvió como instrumento para la defensa de los derechos humanos a través de una campaña internacional en la que se denunciaban las atrocidades cometidas por el régimen militar.
En 1977 en Buenos Aires es encarcelado sin proceso, torturado y liberado 14 meses después. En prisión recibió la distinción del Memorial de Paz Juan XXIII. En 1980 le fue concedido el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en defensa de los derechos humanos.
Es presidente del Consejo Honorario del Servicio de Paz y Justicia latinoamericano y de la Liga Internacional de los Derechos Humanos y la Liberación de los Pueblos (Milán, Italia) y miembro del Tribunal Popular Permanente. Es autor, entre otros, del libro "Caminando Junto al Pueblo" (1995), en el que expone su ideario de no violencia, desde su visión cristiana de la vida.
En 1992 fue una de las figuras más destacadas en el apoyo a la propuesta de concesión del Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú.
En 1997 firmó, junto a otros Premios Nobel de la Paz, una solicitud a todos los Jefes de Estado de los países miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas para que ésta aprobara:
- Que la primera década del nuevo milenio sea declarada la Década de una Cultura de No-Violencia.
- Que el año 2.000 sea declarado el Año de la Educación de la No-Violencia.
- Que la No-Violencia sea enseñada a todo nivel en nuestras sociedades durante esta década para que los niños del mundo sean conscientes del significado real, práctico y de los beneficios de la no-violencia en sus vidas de todos los días, con el fin de reducir la violencia y el sufrimiento que ésta genera contra ellos y la humanidad en general.


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