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Diálogo Iberoamericano

Núm. 17-18 / spbre-diciembre 1998. Pág. 08

¿Ama el gobernante la educación, la ciencia y la cultura?

Raúl Courel (Decano de la Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires). En la mesa de gabinete, que el gobernante preside, el funcionario de educación y cultura, como es lógico, pide más presupuesto, mientras que el de economía, como es habitual, dice que no hay. Es el gobernante quién inclina la balanza, pero ¿por qué habría de resolver a favor del primero si los beneficios que producirían esos gastos parecen tan pequeños o lejanos comparados con otros?
La cultura, la ciencia y el saber no se construyen cuando los hombres se limitan a buscar lucros o provechos cercanos. No es posible pintar un cuadro, empecinarse en resolver un complejo problema matemático, estudiar historia, escribir una poesía, una novela o un ensayo, investigar enzimas, reflexionar sobre la sociedad, si falta la mera satisfacción de hacerlo, antes aún que la expectativa de utilidad o rédito económico alguno. Del mismo modo, si en el gobernante falta amor al saber y a la cultura es poco probable que haya suficiente decisión para que las políticas de Estado lleguen realmente a elevar la educación, promover verdaderamente la ciencia y el arte, desarrollar la cultura y brindar, en fin, las condiciones adecuadas para que la inteligencia produzca sus mejores frutos. ¿Por qué razón habría de hacerlo el gobierno si los beneficios electorales y los réditos económicos se obtienen, al menos por ahora, de manera más rápida por otros medios?
Entre las condiciones naturales que hacen de un gobernante un gran estadista hay algunas, infaltables, que no se dejan reconocer fácilmente. Sus habilidades para triunfar en batallas electorales pueden estar a la vista, pero no alcanzan. Es preciso que lleve el fuego de otras razones, que tal vez se descubren explorando más su vida privada que la pública. ¿Qué hace el gobernante en sus ratos de ocio?
Bolívar, sin duda, leía mucho, es sabido que recorría a lomo de mula el continente llevando consigo una actualizada biblioteca, mucho más extensa que su guardarropa. Sarmiento y Mitre escribían magníficamente, ¡y cuánto! Para que el príncipe sea mecenas del artista no basta con que tenga los medios, es preciso que sienta, incluso tal vez baste la envidia, auténtica admiración por el talento, la belleza y la inteligencia, como Lorenzo de Médicis o el papa Julio II por Miguel ángel y sus obras.
Sólo si el gobernante siente la pasión del verdadero estudioso sentirá que es preferible, por ejemplo, en vez de gastar cien millones de pesos en banalidades (como sí sucede), hacerlo en formar en el máximo nivel a miles de jóvenes investigadores para que den al sistema científico argentino una amplia base. Sólo si se ha experimentado en sí mismo y hasta la extenuación la efusión intensa de la lectura podrá resultarle intolerable que las bibliotecas no rebosen de libros al alcance de todos. Sólo podrá hacer lo que sea preciso para que ellos no les falten a sus hijos y gobernados. Lo hará no sólo porque tiene la convicción de que esa es la base de cualquier futuro digno de ser querido; lo hará porque dentro de sí, en el tuétano de su ser y de manera irrenunciable, ama el saber, la ciencia y la cultura.


Algo muda entre nosotros

Mario García-Guillén (São Paulo. Centro de Artes).Algo está mudando en la mayor ciudad de Brasil (¿20 millones de habitantes? ¿150.000 españoles directos y tal vez más de 300.000 con sus descendientes?). Pues creo que sí. Ha llegado también hasta aquí el concepto de actualización. Han tenido que recordarnos y enseñarnos el cambio que se ha operado en España en los últimos años, en todos los aspectos: social, económico, político, cultural... Y el riesgo en que se incurre al no actualizarse. Claro que para algunos pocos resulta más cómodo quedarse encerrados en aquella nostalgia del pasado, mismo que sepan que ya nada son y poco representan. La emigración tradicional, como tal, ha mudado, no existe más. Mejor: existir existe, pero ni siquiera sus descendientes acompañan esa permanencia. Los descendientes han preferido mudar e integrarse. Y ese fenómeno lo estamos sufriendo todos los emigrantes en la propia piel.
De esa forma, hoy podemos distinguir en São Paulo, emigrantes y ciudadanos españoles, muchos de ellos integrados en las actividades locales y la gran mayoría empresarios, negociantes, profesores, técnicos, que no sienten la necesidad de establecer una discriminación con base en la nacionalidad y mucho menos refugiarse en un gueto. La evolución principal consiste quizá en haber entendido la necesidad de sentirse agrupados por la especialidad que los caracteriza. Representan una actividad, tienen una nacionalidad y un origen, nacionalidad y origen hoy integrados en una realidad mayor: Europa... y sienten una satisfacción al afirmarse en esa nueva imagen geo-política.
Con el debido cuidado hemos de caminar por esos nuevos rumbos que, como en las transiciones de los pensamientos filosóficos, no deja de presentarnos dudas y contradicciones.
Hoy la casa es mayor. Y todavía algunos insisten en que sea pequeña. La verdad es que no se quiere perder el protagonismo. Y nada peor para el protagonista que quererse imponer.
Quizá se entienda mejor (y para no despertar sospechas infundadas en cuanto a lo que queremos decir) con la propia evolución del idioma. Siempre habrá los que para "hacer el vía crucis" entren en una iglesia y los que pregunten "¿por qué bar empezamos?". Es una cuestión de evolución. Entiendes la mudanza o no; te integras en ella o no. Un amigo me anunció que se iba "a dar un tiro" y yo, aún fuera de la actualidad, intenté disuadirle del suicidio. Sacó la coca y me la ofreció: "Anda, hombre, date un tirito tú también."
Así podemos ver cuan ridículos podemos parecer a los ojos de los otros si no les acompañamos en su evolución, sobre todo cuando estas evoluciones están generalizadas y la minoría cada vez está más perdida en torno a sí misma. Aunque observamos el problema desde nuestra propia realidad de comunidad española en una de las mayores ciudades del mundo la mudanza se opera en todo el mundo y aún comunidades menores sienten esa diferencia entre lo que era y lo que es hoy, lo que se esperaba de una colonia de emigrantes y lo que se espera ahora de una colectividad integrada.
No quería entrar en lo de la globalización pero se trata de eso mismo, o te incluyes y adaptas a los nuevos sistemas y fuerzas o te marginas. Eso mismo pasa no solamente a los individuos como a sus instituciones, publicaciones, programas de radio y televisión, etc., etc. Han de modificarse para poder acompañar la mudanza generalizada en todos los sectores de la sociedad o cerrar puertas para no dar paso a las nuevas ideas.
Tampoco parece muy lógico, que les corresponda a los gobiernos de turno, sean del color que sean, mantener unas organizaciones que no pueden hacerlo por sí mismas y que están destinadas a sobrevivir gracias a esporádicos patrocinios de algún que otro buen intencionado empresario. Aquello que tiene utilidad reconocida y que presta servicios de calidad a la comunidad en la que se ve incluido se mantiene generalmente sin necesidad de ayudas.


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