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Diálogo Iberoamericano

Núm. 17-18 / spbre-diciembre 1998. Pág. 3

Los rectores españoles reclaman una política de estado para afrontar los retos de la universidad del nuevo milenio

El gasto total en el sistema universitario español debería pasar de los 600 mil millones actuales (4.200 mill. $ aprox.) a un billón de pesetas (7.200 mill. $ aprox.)
Las Universidades españolas reclaman una política de Estado para afrontar los retos de la Universidad del nuevo milenio. Esta política de Estado, que ha de ser estable y por tanto tener una proyección en el tiempo, permitiría garantizar los niveles de calidad y excelencia del sistema universitario español, en el nuevo siglo.

Redacción. D.I. Esta fue la idea que puso de manifiesto el Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), Saturnino de la Plaza, en su comparecencia ante los medios de comunicación, con motivo del inicio del curso académico universitario. El Presidente de la CRUE hizo un llamamiento a la sociedad española y a las instituciones del propio Estado, que "deben comprometerse con la Universidad y entender que ésta es una de las instituciones fundamentales para su desarrollo".
Los Rectores españoles entienden que, para mantener e incrementar el desarrollo de esta Universidad de calidad y excelencia, es necesario revisar la financiación del sistema universitario español y establecer un marco estatal, en el Parlamento, que fije los mínimos de financiación de las Universidades. "Todos sabemos que la financiación de las Universidades, en estos momentos, depende de las decisiones de las Comunidades Autónomas pero consideramos que debería también existir un marco en el Estado que evite una excesiva divergencia -afirmó Saturnino de la Plaza-".
"Este marco estatal de mínimos debería contemplar el incremento del gasto público en Universidad, de tal manera que se pueda converger con los países más desarrollados de nuestro entorno -continuó el Presidente de la CRUE-. En estos momentos -señaló- el gasto total universitario está en torno a los 600.000 millones de pesetas y, en un plazo razonable y dentro de una programación plurianual, debería incrementarse en unos 400.000 millones".
Diversos indicadores reflejan que la Universidad española se encuentra en una mala situación frente a los sistemas universitarios de otros países de nuestro entorno. La media del gasto en enseñanza superior de los países de la OCDE está, según las últimas estadísticas publicadas, en el 1'5% del PIB mientras que en España se sitúa en el 1%; en gasto por estudiante, España está en 4.000 dólares y la media de los países de la OCDE está en 8.000 dólares. "Creemos que estas cifras justifican la gran preocupación que tiene la CRUE en estos momentos -afirmó Saturnino de la Plaza-. El nivel de calidad de la Universidad española no es sostenible en un entorno financiero como en el que se encuentran hoy las Universidades españolas -añadió-".
Los retos inmediatos
El Presidente de los Rectores españoles apuntó los cambios más inmediatos que deben producirse en la Universidad española. En este sentido se refirió a la adecuación de las enseñanzas a las necesidades de formación que la sociedad precisa "para lo cual hay que reforzar toda la infraestructura, sobre todo docente, equipamiento de laboratorios, de seminarios, de aulas informáticas y del conjunto de comunicaciones, -dijo". "La Universidad tiene un papel importante que cumplir cuando hablamos de formación y aprendizaje a lo largo de toda la vida, del reciclaje de los profesionales, de la formación continuada y cuando hablamos de nuevas tipologías de alumnos, estudiantes mayores de 25 años, titulados que buscan una nueva titulación y alumnos a tiempo parcial". Se refirió, igualmente, a la extensión de la Universidad hacia la población no universitaria, que hoy puede acceder al conocimiento y a la Universidad a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Saturnino de la Plaza señaló que la Universidad tiene que estar vinculada, cada vez más, a su entorno social y económico, a través de las actividades de investigación y desarrollo que realice, "debe producirse un mayor encuentro entre la oferta de I+D que hacen las Universidades y la demanda de los sectores productivos, que hoy en algunos aspectos es distante. Y, desde los Departamentos universitarios, debemos también incidir más en la participación de la Universidad en los procesos de innovación tecnológica de las propias empresas -concluyó-".
Los Rectores españoles, por segundo año consecutivo, incluyeron un texto común en sus discursos de apertura de curso. Reproducimos íntegro este documento:


Propuesta para los actos de apertura del curso 1998-99

Al comienzo del curso 1997-1998, los Rectores de las Universidades españolas señalamos algunas circunstancias que suscitaban una preocupación generalizada en la comunidad universitaria. Un año después, se ha avanzado en algunas de las cuestiones entonces planteadas, como la reforma de los planes de estudio y del tercer ciclo, aunque con un retraso que ha provocado que, en el curso que inauguramos, sólo el 10 % del total de los planes existentes en las Universidades han podido beneficiarse del nuevo marco legislativo.
Pese a estos avances, continúa sin conocerse oficialmente cuál es la política universitaria del Ministerio de Educación y Cultura. La falta de definición ministerial, tras casi dos años y medio de legislatura, sigue generando incertidumbre y dificultando la racional programación de la actividad de las Universidades.
En su discurso con motivo de la apertura del curso académico 1997-1998, en la Universidad de Córdoba, la Sra. Ministra de Educación y Cultura ofreció a las fuerzas políticas y sociales un Pacto de Modernización Universitaria. La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, con la voluntad de poder contribuir a este Pacto, ha promovido la realización de un estudio sobre la situación actual y perspectivas de futuro de la enseñanza superior, para el que esperamos contar con el patrocinio y participación del Parlamento, como garantía de representación de la voluntad popular, elemento imprescindible en el diseño y acuerdo de políticas de Estado de largo alcance.
Pero esta iniciativa no puede hacer olvidar los graves perjuicios que está ocasionando la lentitud y poca transparencia con que parece tramitarse la modificación del Título V de la LRU, ni la necesidad de prever la financiación adecuada para la aplicación de la reforma. Sin esta financiación no se hará sino agravar un problema que desde hace años está afectando muy negativamente al desarrollo de la actividad universitaria.
Las Universidades españolas, las peor financiadas de la Unión Europea si exceptuamos a Grecia, precisan del establecimiento de un marco estatal de mínimos que, fruto del pacto entre la Administración del Estado y las comunidades autónomas, garantice la calidad y competitividad de nuestras Instituciones en el contexto internacional y equipare su financiación con las de nuestro entorno.
La cantidad a compensar a las Universidades por los menores ingresos que les viene ocasionando la nueva definición de familia numerosa alcanzará este curso del orden de los 32.000 millones de pesetas -frente a los sólo 7.000 millones aprobados este año y que todavía no han comenzado a distribuirse- agudizando aún más la situación.
En cuanto a la coordinación del sistema universitario español es necesario encontrar, de manera urgente, fórmulas que permitan conseguir una satisfactoria relación entre los aspectos académicos y político-económicos en el seno del Consejo de Universidades. La ausencia de rigor académico en algunos de los nuevos proyectos universitarios que se han sometido a la consideración del Consejo, tal como se ha señalado por la Comisión Académica en sus informes preceptivos, debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de garantizar la calidad del servicio público de la educación superior universitaria.


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