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Diálogo Iberoamericano

Núm. 14 / marzo-abril 1998. Pág. 40

Los Nobel Iberoamericanos

Jacinto Benavente

El autor dramático madrileño contribuyó a la renovación de la comedia española de finales del siglo XIX y principios del XX

El Premio Nobel de Literatura le fue otorgado en 1922, "por haber continuado dignamente las tradiciones del teatro español". Entre sus obras más conocidas, destacan: "La malquerida", "Los intereses creados", "Pepa Doncel", "La ciudad alegre y confiada". Fue viajero por Iberoamérica, periodista y hombre inquieto. Académico de la lengua y fecundo escritor que llegó a escribir más de doscientas obras. Nació y murió en Madrid (1866-1954).

Juan Vellido (Universidad de Granada). El teatro de finales del siglo XIX español distingue y dignifica, con Jacinto Benavente y los hermanos Quintero, la dramática del costumbrismo, como si un halo de luz entrara en la más cotidiana escena española. Frente al neorromanticismo efectista que enarbolaba el también madrileño y Nobel de Literatura José Echegaray, Jacinto Benavente profesa un refinado culto a la comedia. En ella, alejado de la dramática y la trágica, Benavente acude a una delicada concepción de la técnica y los diálogos teatrales, así como a su profundo conocimiento de los autores europeos -D'Annunzio, Wilde-, para retratar a la sociedad de finales del siglo XIX y principios del XX, sin estridencias, pero con una exagerada ironía.
Sátiro de la burguesía española, inconformista y valedor de otras cualidades ajenas a las establecidas, el fecundo dramaturgo madrileño refutó la norma de Valera, Pereda o Campoamor y sostuvo, entre el realismo y el costumbrismo, una batalla irónica y sagaz contra la frivolidad y la doble moral de la aristocracia y la burguesía españolas. A menudo se le ha tildado de amoral, pese a lo moralizante de una buena parte de su obra, e intrascendente y superficial. Pero quizá ésta no es sino la imagen de una epidermis despojada de cultismo.
Autor de más de 200 obras
Muy cercano al modernismo, Benavente no es, sin embargo, un autor "clasificable" ni con los "noventaiochistas" ni con los "modernistas"; es, en el más amplio sentido de la palabra, un comediante que otorgó al teatro español de su tiempo una modernidad de la que hasta ese momento carecía. Autor de más de doscientas obras -"Los intereses creados", "La malquerida", "La comida de las fieras", "La noche del sábado", "Rosas de otoño", "Lo cursi", "La ciudad alegre y confiada", "Señora ama"-, Jacinto Benavente, que había nacido en la capital de España en 1866, obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1922, "por haber continuado dignamente las tradiciones del teatro español".
Idealista y sátiro, este comediante que falleció en Madrid en 1954, era, en el fondo, un incrédulo, un escéptico del ser humano, hasta el punto que su obra destila desconfianza hacia la sociedad que le rodea. Quizá por eso su teatro no pretende ser moralizante, ni profundo, ni romántico ni poético. Más bien frívolo en la justa medida del ingenio que sitúa, en su lugar preciso, a cada personajillo de la sociedad española en el cambio de siglo.
La comedia
Las sátiras sociales, los dramas rurales -en los que el autor alcanza su máxima trágica-, y su acercamiento al teatro infantil, conceden, a la comedia de Benavente, una diversidad cuyo carácter común es la solidez de sus recursos escénicos y lo ingenioso de sus diálogos. Así, la a menudo criticada instrascendencia de su teatro, parece liberada por el juego brillante de la escena, por la agudeza de los personajes, por lo verosímil de un retrato social que rompe moldes con sus antecesores.
Paralelamente a la obra del dramaturgo madrileño, los hermanos Serafín y Joaquín Alvarez Quintero, Carlos Arniches, y Pedro Muñoz Seca, conforman el teatro del cambio de siglo español. Desde los tipos y los ambientes andaluces de los Quintero, hasta el "pintoresquismo" del levantino Arniches, pasando por lo disparatado de la comedia de Muñoz Seca; sólo hay un carácter común con el Nobel Benavente: la descarada frivolidad que en estos años aparta la escena española de los grandes dramas y de la dramaturgia poética. Frente a ellos, el contrapunto de la España de Ortega y Gasset. Eugenio D'Ors o Gregorio Marañón.
El teatro de Benavente, quien igualmente escribió versos y prosa, se ha dado en llamar "teatro social y de tesis"; en realidad es un plural conjunto de comedias: de salón ("El nido ajeno"), sociales ("La losa de los sueños"), rurales ("La malquerida"), infantiles ("La novia de nieve"), o incluso con moralina ("Los malhechores del bien"), en las que el escritor y periodista se torna perspicaz psicólogo de una sociedad a la que ironiza con un lenguaje de perfecta factura y clara intención burlesca.
Continuador de la gran tradición picaresca, cuyo exponente magistral es "Los intereses creados", el comediante madrileño fue, a la vez un activo cronista y participó, como periodista, en distintos medios informativos y culturales de su época. Dirigió las revistas "Blanco y Negro" y "La vida literaria".
Su obra ha quedado como el efecto renovador de una comedia de rotunda tradición en España: la sátira social, la farsa burlesca, sin estridencias, como retrato de la sociedad de su época.


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