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Diálogo Iberoamericano

Núm. 14 / marzo-abril 1998. Pág. 33

Córdoba: Muestra de escultura chilena contemporánea

Obras de doce escultores chilenos integran la muestra que patrocinada por el Ministerio de Asuntos Exteriores del país andino y la Galería Artespacio de Santiago, está recorriendo algunas de las principales capitales de Portugal, España, Francia y Alemania. El objetivo es dar a conocer una amplia muestra de la escultura chilena contemporánea en la que se encuentran presentes artistas de todas las generaciones desde la decana Lily Garafulic hasta Norma Ramírez, joven escultora que modela la greda y funde los metales.

Carlos Miraz (Universidad de Córdoba. España). Todos ellos se expresan a través del lenguaje tradicional de forma, espacio, línea, sustancia y textura, mediante una acertada armonía de masas cadencias y planos que se revela en figuras dramáticas, trascendentes, graciosas, rasgadas, expresivas, vigilantes, simbólicas, místicas, exóticas o suprarreales. La combinación de cualidades de la madera, la arcilla, la terracota, el hierro, el acero, el bronce, la piedra u otros materiales, sintetizan en las obras que se ofrecen al espectador distintos estados de vaciedad y plenitud para regocijo de los sentidos y del espíritu.
El cuerpo humano desnudo sirve de base de inspiración a Francisca Cerda (1943). Siempre en reposo, devela en sus obras una actitud mágica que no por ello deja de expresar la sensualidad intrínseca del ser humano. Para Luis Mandiola (1934) es la figura femenina, en madera o en cerámica, el punto de partida creativo desde el que desarrolla todo un ejercicio de abstracción que conjuga con el rigor en la expresividad gráfica. Por su parte Iván Daiber (1955) va mas allá a la hora de tratar las formas humanas. Maestro de la ironía, de la metáfora y de la crítica social, las trata con una ingeniosa simplicidad formal cargada de originalidad temática y creativa.
El bronce y el mármol son los preferidos de Lily Garafulic (1914) para impregnar en la materia lo abstracto y lo conceptual.Premio Nacional de Arte 1995, su obra supone una constante exploración de la esencia de las cosas y de las relaciones entre la materia y el espíritu. También Sergio Castillo (1925), Premio Nacional de Arte en 1997, opta por el metal y las formas abstractas en una suerte de explosión de las dinámicas y fuerzas espaciales. Un tercer exponente de las tendencias abstractas enfrentándose a la materialidad misma, su trascendencia y su comportamiento constructivo es Francisco Gazitúa (1944).
La madera y la cerámica tienen sus representantes en tres mujeres. Explosiones de forma y color constituyen las típicas obras de Francisca Núñez (1961), donde el reciclaje de desechos es protagonista. Con fuerte tono irónico y expresionista nos habla con un lenguaje lúdico de los temas mas trascendentes que atañen al hombre urbano. Pilar Ovalle (1997) se enfrenta a las diversas maderas chilenas, con gran virtuosismo y talento manual, buscando, entre detalles y recovecos,la forma adecuada mientras Norma Ramírez (1964) conjuga el metal y la cerámica en un serpenteo de formas que da a sus obras un sentido entre ritual y mágico.
Completan la muestra Aura Castro (1946) cuya obra escultórica se caracteriza por exacerbar lo mínimo y esencial del volumen alejándose del exceso y del detalle y llamándonos a la mas pura y rigurosa contemplación. En cuanto a Fedetico Assler (1929) la construcción de sus formas orgánicas es pionera en Chile. Assler trabaja un bloque tridimensional en negativo, a modo de molde, que transformará la materia ( hormigón) en volumen escultórico final. Su eterna fuente de inspiración es la naturaleza. Por último José Vicente Gajardo (1953) trabaja el granito involucrándose en formas minimalistas y dando paso a la sugerencia, al equilibrio y al rigor de la composición con volúmenes sólidos e imponentes.


História sem máscara

Do meu último trabalho
aqui exibo as entranhas:
este coração saqueado
do corpo que agonizava;
este braço decepado
da mulher que dormitava;
esta mão que ainda sangra
e se contrai como viva;
essa cabeça e seus olhos
ainda cheios de vida.
(Fragmento de texto de Reynaldo Jardim)

Raquel Moysés (Universidade Federal de Florianopolis). A força sutil da linguagem poética e o olhar cortante da fotografia para contar a tragédia de um povo. A escolha do antropólogo Sílvio Coelho dos Santos para narrar a saga dos índios Xokleng agora esta imortalizada em 151 páginas e 195 imagens. Mais que um livro, Os índios Xokleng - Memória visual (co-edição das editoras da UFSC e Univali), agora é patrim“nio desta gente a quem o autor oferece, além do resgate dramático da sua história, os direitos autorais para reforçar a sua luta.
Silvio Coelho intencionalmente escreve pouco. Um texto enxuto, incisivo, que não se limita a ser um relato histórico. Percorre com o olhar lúcido de um v“o rasante a trajetória sofrida de um povo massacrado, humilhado, a quem os "civilizados" roubaram mais do que a terra e a harmonia com a natureza. Tiraram tudo, até o direito de serem considerados seres humanos.

Veste a carapuça / e ensina teu filho / mais que a verdade camuflada / nos livros de história. (Poema para o índio Xokleng, Lindolfo Bell)
O mundo dos xokleng não era um paraíso, mas parecia imutável. Eles formavam um povo. Tinham língua, cultura, até que que a chegada do europeu no sul do Brasil iniciou um processo de extermínio que até hoje não terminou. "Na falta de condições para tirar da natureza o que necessitam para sobreviver, parece, que os índios agora se especializam tem fazer suas incursões de "caça e coleta"nos espaços urbanos, particularamente nos domínios da burocracia. Uma triste realidade. No passado, foram atraídos ao convívio com os brancos com presentes e promessas. Agora têm que pedir, comover, implorar!"
O drama de uma etnia, apresentado em três partes, se entrelaça com a trama das imagens, desmascarando a história oficial. Na sua dureza, a obra que se vale dos olhares de muitos autores an“nimos sobre o mundo desses homens espezinhados, e consegue, na sua dureza, despertar uma profunda doçura, que transborda de indignação. Nada de compaixão, mas um respeito indizível por homens, mulheres e crianças que nunca desistiram de ser índios, de ser um povo.


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