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Diálogo Iberoamericano

Núm. 13 / enero-febrero 1998. Pág. 12

Las escuelas medias de las universidades nacionales en la República Argentina: Criterios de excelencia y de innovación

Por Abraham Leonardo Gak y Esther Motrel.

En la Argentina, una gran parte de las universidades públicas tiene en su seno escuelas de enseñanza media. Algunas de ellas integran en su estructura todos los niveles de enseñanza. La gran mayoría posee escuelas de nivel medio. En particular nos referiremos a la red de enseñanza media que abarca alrededor de cincuenta escuelas con distintas modalidades y orientaciones -humanista, comercial, agrotécnica, minería, etc- distribuidas en todo el país. El valor de dichas escuelas se manifiesta en el reconocimiento pedagógico y social que en sus respectivas jurisdicciones tienen y porque la demanda de aspirantes excede ampliamente las posibilidades de ingreso.
Escribir sobre las escuelas medias universitarias, nos lleva a tratar de encontrar características esenciales que aporten a un perfil compartido. A través de nuestra experiencia como autoridades de la Escuela Superior de Comercio "Carlos Pellegrini", dependiente de la Universidad de Buenos Aires y del conocimiento de la labor de otros establecimientos por contacto permanente y periódico con colegas; encontramos, como punto de partida para el análisis, una particularidad que puede aproximarnos a definir su identidad: su dinamismo. Entendemos por dinamismo la posibilidad de promover cambios autogestivos, minimizando las restricciones de los entramados burocráticos
Esta afirmación se sustenta fundamentalmente sobre dos aspectos: su matriz fundacional, con carácter de experimentación pedagógica, que consta en las normas estatutarias de las universidades y el marco organizacional del que dependen. Estos dos aspectos conforman un perfil institucional que opera como contexto en el que se desarrolla el complejo proceso de enseñanza y aprendizaje, con fuerte incidencia en la determinación de los logros escolares.
El carácter experimental que mencionamos, institucionaliza prácticas que generan sentidos y abordajes distintos en la tarea educativa. Promueve una actitud en los docentes tendiente a explorar caminos innovadores, formular nuevas propuestas pedagógicas y crear espacios con dinámicas que favorezcan la instalación de programas y proyectos. Esto apunta a hacer más efectiva y eficiente la formación y acercan al estudiante a cuestiones que, si bien no constituyen parte del plan de estudios, se consideran actividades formativas ligadas a la vida de relación del adolescente y a sus centros de interés. La amplia gama de actividades co-curriculares que ofrecen las escuelas, refuerzan y enriquecen la formación integral.
Estas acciones se desarrollan en consonancia con el marco organizacional que proporcionan las instituciones de educación superior. El principio de autonomía universitaria fortalece la creación de criterios y mecanismos necesarios en las escuelas para la resolución de problemas y los avances permanentes. De esta manera, se evita la instalación de marcos rígidos que consolidan el status quo y limitan el cambio. Este principio, enraizado en la práctica docente de la mayoría de los profesores que se formaron en la Universidad y que continúan trabajando en este ámbito, impregnan el clima institucional, dándole el carácter experimental que le es inherente, con docentes capacitados y motivados. Todo ello se plasma en innovaciones educativas y tecnológicas, y adecuados escenarios de aprendizaje.
La actitud permanente de la Universidad en la defensa y consolidación de sus estructuras democráticas, instala en el ámbito de la escuela una cultura que intensifica los valores de justicia, libertad y participación política generando en los alumnos conductas autónomas y de responsabilidad cívica. Simultáneamente se generan espacios de reflexión y participación donde se discuten y comparten las decisiones por adoptar, que se institucionalizan en los Consejos Asesores, Centros de Estudiantes, Comisiones Curriculares, Comisiones de Diagnóstico y Evaluación, Asociaciones Cooperadoras de padres, Centros de Egresados, etc.
En el marco de la apertura de la Universidad al medio en el que se desenvuelve, las escuelas extienden su acción a la comunidad a través de distintos programas. En nuestra escuela, por ejemplo, se realiza a través del denominado Programa de Acción Solidaria que comprende acciones concretas de colaboración con escuelas para discapacitados, centros aborígenes, hospitales, hogares de ancianos, barrios pobres, etc. La comunicación social también se manifiesta en el apadrinamiento a escuelas en el interior del país y viajes de estudio que promuevan el acercamiento a otras formas culturales.
Se configura de este modo una identidad de las escuelas, fuertemente instalada en el medio social como garantía de acceso a un lugar creador, posibilitador de un mundo mejor, con el reconocimiento de la calidad académica y la preocupación por la formación integral del estudiante en tanto persona y sujeto social con derechos y obligaciones.
Las escuelas medias universitarias reconocen como algunos de sus logros la función propedéutica, demostrada por el alto porcentaje de egresados que continúan estudios superiores; la formación general, manifestada en el reconocimiento de la calidad del desempeño estudiantil en el ámbito académico y la formación específica, que se evidencia en la exitosa inserción de la mayoría de sus egresados en el campo laboral.
El clima de las escuelas es valorado por su nivel de contención, amplia voluntad de intercambio con las familias y actividades que contribuyen a una socialización privilegiada, edificada sobre un sistema de tutorías y apoyaturas psicopedagógicas, que favorece el alto nivel de retención de los estudiantes y el casi nulo porcentaje de fracaso escolar, con el auxilio de sistemas de becas estudiantiles.
Si bien lo expresado denota una situación de privilegio en relación con la mayoría de las escuelas públicas de enseñanza media, la misma obedece a múltiples factores (recursos diversos, autonomía, capacitación, articulación con las universidades, etc.), diferentes para cada realidad institucional, pero es esencialmente la dinámica de la gestión institucional la que genera y sostiene con energía una línea flexible en la instalación de cambios que apuntan a la mejora en la educación.
Es que no se debe olvidar la realidad de nuestro país donde un 23% de los niños no terminan la escuela primaria, el 3,4% nunca ingresó, el 32% de los que la completan no accede a la educación media y su deserción promedio supera el 50%. Esta situación nos señala que no se trata solamente de un tema de carácter pedagógico, sino que resulta de múltiples causas de índole económica, social, política y cultural.
La necesaria transformación del sistema educativo será eficaz y viable en la medida en que se reconozca esta realidad. La intención de resolver este complejo problema con instrumentos puramente normativos -agravada por la no asignación de los recursos que esas mismas normas prevén- supone, por un lado, desentenderse de esa preocupante realidad y por otro, aleja la posibilidad real y operativa de responder a las necesidades sociales.
Nota sobre los autores: Abraham Leonardo Gak -Rector- y Ester Motrel -Directora de Estudios- de la Escuela Superior de Comercio "Carlos Pellegrini". Universidad de Buenos Aires.


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