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Diálogo Iberoamericano
Núm. 11-12 / spbre.-diciembre 1997. Pág.
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Constituida red universitaria
México-Centroamérica
Años de fomentar el intercambio académico, de
compartir luchas y preocupaciones, de impulsar acuerdos
bilaterales para realizar investigación, de promover la
integración a redes académicas internacionales
han culminado con un final esperado y estratégicamente
oportuno: la constitución de la red universitaria
México-Centroamérica para el intercambio y la
cooperación.
Víctor Barrantes (Universidad Nacional. Costa
Rica).. / La II Reunión de Rectores de
Centroamérica y México, realizada a finales de
septiembre, en Costa Rica, marca el inicio de una nueva etapa
en las relaciones académicas entre los países de
la región, tras el consenso de que integrarse en
bloques es entrar a jugar con las reglas que rigen el mercado
internacional hoy.
El cónclave, que tuvo por sede a la Universidad
Nacional (UNA), reunió alrededor de 60 rectores (22 de
ellos de universidades mexicanas) a quienes unió el
interés por fortalecer las instituciones participantes,
en el marco del Programa de Intercambio Académico
México-Centroamérica, nacido de la
reunión de presidentes de la región
Tuxtla-Gutiérrez II.
Aunque los temas relacionados con el área
académica y la cooperación fueron los que
primaron, otros como la evaluación y la
acreditación también llenaron la agenda de los
rectores durante los tres días que duró la
reunión.
Beneficio académico
De este encuentro queda en claro que los grandes
favorecidos con el intercambio serán los estudiantes,
pues se estipula que alumnos de tiempo completo inscritos en
las universidades podrán matricular cursos en otra
institución mexicana o centroamericana para satisfacer
parte de los créditos necesarios con los que
obtendrán el grado en la institución de
origen.
El programa contempla desde cursos de corta
duración hasta ciclos lectivos y encuentros
académicos mesoamericanos; y las universidades
integrantes de la red se comprometen a reconocer
créditos y calificaciones obtenidas por los estudiantes
en los cursos realizados fuera.
Pero los alcances del acuerdo llegan mucho mas
allá. Cada institución deberá mantener
inscritos a los estudiantes en sus programas regulares, no
podrá cobrar inscripción y colegiaturas a los
alumnos en virtud de que se mantendrán inscritos en la
institución de origen y apoyará a los
estudiantes que reciba en intercambio a buscar hospedaje
acorde con sus presupuestos.
El programa cobija a estudiantes de licenciatura y
postgrado, en cuyos casos se solicita haber completado al
menos un año de estudio en el programa donde
estén inscritos, tener calificaciones superior a la
media y cumplir con los requisitos específicos
establecidos para cada programa.
De igual forma, los profesores e investigadores
podrán realizar estancias de corta duración o de
un ciclo lectivo en Centroamérica o México.
Algunas de las actividades contempladas son cursos intensivos
de alto nivel, ciclos de conferencias, seminarios, talleres,
simposios y confirmación de redes.
Las universidades participantes deberán brindar
facilidades a los funcionarios participantes
manteniéndoles plazas y salarios; así como dar
apoyo con una ayuda financiera complementaria, que será
proporcionada por el Programa de Intercambio Académico
México-Centroamérica.
Algunas previsiones como la de que ninguna
institución tendrá la obligación de
cooperar en actividades que no pueda financiar, también
se contemplaron en el acuerdo final, que tiene una vigencia de
cuatro años, renovables por un lapso igual de no haber
oposición.
Histórico
Cuando Ricardo Sol, Secretario General de Consejo
Superior de Universidades de Centroamérica (CSUCA),
comparó este cónclave con el que tuvo lugar hace
1000 años en Copan, en que los líderes de la
academia de entonces fijaron las reglas de la educación
en las sociedades mesoamericanas, quiso resaltar que
nuevamente Centroamérica está ante un hecho
histórico.
Así lo asumieron los participantes, pues la
reunión sirvió para reafirmar cuánto han
contribuido las universidades en el desarrollo social y
cuánto deben seguir haciéndolo. "El papel del
conocimiento en la sociedad de nuestro tiempo coloca a las
instituciones de educación superior en una
posición estratégica, siempre y cuando las
instituciones universitarias respondan con rigurosidad, con
calidad y con agilidad a las necesidades y demandas de la
sociedad", expreso Jorge Mora, rector de la UNA.
Pero el cumplimiento de estas responsabilidades
-añadió- tendrán que realizarlo las
universidades, especialmente en momentos en que los sectores
influyentes de los países no tienen una visión
clara sobre el papel que el conocimiento, la
información y los recursos humanos calificados deben
cumplir en el desarrollo económico, político y
cultural de nuestras sociedades.
Acusó de imprudentes las decisiones de aquellos
que por haber visto una dicotomía entre
educación básica-educación superior
están condenando nuestras economías al
rezago.
Sin embargo, hubo conciencia de que serán las
universidades, en buena medida, responsables de su futuro y
para ello se abordó el tema la calidad.
Acreditarse y rendir cuentas
La discusión sobre un Sistema Centroamericano de
Evaluación y Acreditación de la Educación
Superior (CACHAVAS), de la que saldrá un reglamento
para fomentar y desarrollar una cultura de calidad en las
universidades del área, fue también uno de los
tema álgidos del debate de la II Reunión de
Rectores de México y Centroamérica.
El CSUCA busca, con esta iniciativa, identificar las
debilidades del sistema de educación superior y
resolverlas mediante acuerdos entre las mismas universidades
participantes.
Para Francisco Alarcón, director del Area
Académica del CSUCA, lo que el Sistema de
Evaluación y Acreditación busca es no
sólo fomentar la cultura de autoevaluación sino
también crear un mecanismo que permita rendir cuentas a
la sociedad sobre lo que realizan las universidades.
Será también su propósito intercambiar
información entre las universidades participantes con
el objetivo de facilitar el reconocimiento y la
equiparación de estudios.
Jorge Luis Reynaga, rector de la Universidad
Autónoma de Sinaloa, México, prefiere ser un
poco más cauteloso y llama la atención sobre el
riesgo de adoptar un modelo en una región donde es
notoria la heterogeneidad de las instituciones. Aunque es un
convencido de la necesidad de impulsar el sistema de
acreditación, como mecanismo para el control de la
calidad, Reynaga hizo ver que existen marcadas diferencias
entre un país y otro. Por eso resaltó la
necesidad de que todas las instituciones participen en la
definición del sistema (SICEVAES).
De lo que no cabe duda, en criterio de Sonia Marta Mora,
vicerrectora Académica de la Universidad Nacional (UNA)
de Costa Rica, es de los beneficios que se derivarán
del hecho de que sean las mismas universidades las que
impulsen estos procesos que buscan mejorar la calidad y, al
mismo tiempo, fortalecer los nexos con la sociedad al rendirle
cuentas sobre su quehacer.
Mora Escalante defendió, igualmente, el sistema de
acreditación por ser un mecanismo articulador marco con
el que se refuerza ese espíritu de red que esta
imperando en las instituciones de educación superior en
otros continentes.
El SICEVAES fue piedra angular en la constitución
de la Red Universitaria México-Centroamérica
para el Intercambio y la Cooperación.
La II reunión de rectores
México-Centroamérica fue organizada por la
Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
Educación Superior (ANUIES) de México y el
CSUCA, y fue auspiciada por la Organización de Estados
Americanos (OEA) y las cancillerías de México y
Centroamérica.
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