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Diálogo Iberoamericano

Núm. 9 / mayo-junio 1997. Pág. 40


Los nobel iberoamericanos

César Milstein: honor argentino al servicio de la Medicina

Con su consagración, Argentina obtuvo el tercer premio Nobel de Medicina en 1984. El galardón le fue concedido en reconocimiento a sus aportaciones al conocimiento de los principios que rigen la producción de los anticuerpos monoclonales, esenciales para que las ciencias médicas simplifiquen su acción en la medicina preventiva. El representante del Gobierno Argentino en el acto de entrega del Premio, Jorge Sábato, declaró: "voto para que nunca más la intolerancia produzca el éxodo de personas que, como el doctor Milstein honran a la Argentina", en alusión a su forzado exilio en el Reino Unido.

Juan Carlos Tissoni (Universidad de Buenos Aires). / Para la instancia suprema, el médico bahiense realizó su labor científica en Londres, dándose el caso de otro investigador que debió abordar su exposición fuera de las fronteras argentinas.
Contrastando con la imagen de solemne autoridad de algunos investigadores y profesores, la figura de César Milstein - sencilla y sobria-, parecía extraña en la celebración.
Nacido en Bahía Blanca en 1927, fue el segundo de tres hijos varones de un matrimonio judío afincado en la ciudad sureña. La ciudad de Buenos Aires acogió al joven que seguía confortado en los esfuerzos para lograr lo que se proponía: caminar sobre dificultades para elevarse dignamente.
Entonces, el joven Milstein esparcía su espíritu inquieto que manifestaba entre sus colegas, haciendo gala incluso de su afinidad por la música y la poesía junto a una guitarra que le servía como mensajera de otra pasión.
Tras recibir el título de Licenciado en Química y a pesar de admitir que no fue un alumno brillante al dedicar gran parte de su tiempo a la actividad política estudiantil, era de aquellos jóvenes que "leían poco pero aprendían mucho".
El profesor Andrés Stoppani, a cargo entonces del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, sería el encargado de dirigir su tesis doctoral. Concretada sin apoyo económico, versó sobre el estudio de una enzima.
En Cambridge
Luego de concretar el doctorado ganó una beca que selló su destino. Cambridge ya lo aguardaba para modelar el sustento que poseía. En consecuencia, el Departamento de Bioquímica de la Universidad de Cambridge pasaría a convertirse en su nuevo escenario por tres años. Allí continuó el eje central de sus estudios -la enzimología- e ingresaba al "staff" científico del prestigioso Medical Reaserch Council donde se honraría a sí mismo y a la medicina argentina.
Regresó a Buenos Aires para desempeñarse como jefe de Biología Molecular de Instituto Nacional de Microbiología "Carlos Malbrán". En ese puesto permanecería dos años, hasta que persecuciones políticas y el desconocimiento de su capacidad por parte de quienes impartían órdenes, obraron para que optara dejar su protagonismo y decidiera el viaje definitivo a Londres, previo a un llamado desde aquella capital "que lo conminaba a tomar un avión" para instalar su futura notoriedad.
A partir de entonces se volcó a su nueva incursión en el MRC, al optar por un cambio notable en la línea de investigación que seguía. El estudio de las enzimas lo llevó al campo de la inmunología. En este área sus hallazgos comenzaron a manifestar gran repercusión.
El descubrimiento de los principios que rigen la producción de anticuerpos monoclonales le valió el premio Nobel.
En el acto de consagración su doble nacionalidad creó un problema de protocolo para los suecos, pero la ingerencia del embajador británico allí, salvó esas cuestiones de severidad protocolar.
En el homenaje brindado tras recibir el galardón, el entonces secretario para Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina, Jorge Sábato, en palabras finales sostuvo: "voto para que nunca más la intolerancia produzca el éxodo de personas que, como el doctor Milstein honran a la Argentina". Hacía alusión al traspié provocado por los soberbios que no le permitieron desarrollar desde su país, la labor valorativa de las ciencias.
Un biógrafo destacaba que Milstein quedará en la historia de las ciencias biológicas, indisolublemente ligados a dos palabras: anticuerpos monoclonales.
El descubrimiento de principios que rigen la producción de éstos, fue el escalón por el que accedió al premio Nobel 1984 y motivos para que las ciencias médicas simplifiquen su acción en la medicina preventiva.


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