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Diálogo Iberoamericano
Núm. 9 / mayo-junio 1997. Pág. 33
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Los orígenes del romance hispánico
podrían adelantarse un siglo
Dos investigadores de la Universidad de La Rioja
(España) sitúan el primer testimonio escrito
en romance hispánico en el año 964. El
Códice 46, también localizado en San
Millán de la Cogolla está datado el 13 de
junio del año 964 y constituye el glosario
más extenso y polifacético de la
época.
Milagros Asenjo (Periodista del diario ABC, especial para
Diálogo). / Las Glosas Emilianenses podrían
verse desplazadas si las investigaciones confirman que el
códice 46, datado el 13 de junio del año 964,
constituye el primer testimonio en romance hispánico.
Claudio García Turza, catedrático de
Filología Española en la Universidad de La Rioja,
y su hermano Javier, profesor de Historia en la misma Universidad
y especialista en la Alta Edad Media, sostienen, con las debidas
cautelas, que el códice 46 sustituye a las Glosas
Emilianenses en el honorífico lugar, ya que adelanta en
un siglo el origen del castellano. Los primeros textos se
situaban en el monasterio de San Millán de la Cogolla,
lugar en el que también fue escrito el códice
46.
Claudio y Javier García Turza han estudiado
profundamente durante más de dos años el
códice emilianense original, que está custodiado
en la Real Academia de la Historia de Madrid. En la
investigación han volcado sus conocimientos de
paleografía, historia, cultura general de la época
y, especialmente, de lingüística. Por encima de
cualquier discusión, los investigadores defienden que
tanto el códice 46 como las Glosas Emilianenses se
escribieron en San Millán de la Cogolla. El códice
es un glosario, escrito en un pergamino de unos doscientos
folios, contiene unos 25.000 artículos, es decir,
alrededor de 100.000 acepciones en las que se reflejan todos los
saberes del siglo X. "Creemos- aseguran los investigadores- que
se trata del glosario más extenso de la época y el
más polifacético, es decir, riquísimo".
Entre sus acepciones destacan desuso ariello, apeiro, morteros,
lámpara o malegrama. También recoge, entre otras,
la definición de erizo.
Los hermanos García Turza, que han defendido su tesis
ante lingüistas e historiadores reunidos en el IV Congreso
de Historia de la Lengua Española celebrado en su
Universidad (La Rioja), advierten que le hallazgo es sólo
un paso más en el estudio de las glosas y que existen
muchas posibilidades de encontrar textos anteriores. Para ambos
estudiosos, la claridad con que se ha establecido la
cronología del códice obedece a varias razones: "La
fecha viene escrita en el colofón del códice y
podemos afirmar que se trata del año 964; el
análisis del colofón no llevó meses.
Además, los aspectos paleográficos, es decir, el
tipo de letra, y las características de elaboración
del pergamino, los cuadernillos y las tintas, convienen
perfectamente con esa fecha. Sin embargo, no suele ser tan
sencillo, ya que estas enciclopedias suelen provenir de la
refundición de multitud de glosarios, cada uno de una
época y con características distintas".
Respecto al retraso en la investigación del
códice señalan que "de un lado se debe a que los
latinistas pensaban que se trataba de textos bárbaros,
corruptos, sin ningún valor, porque aparentemente es un
texto latino. Pero las incorrecciones nos han proporcionado la
pauta de la investigación hasta considerar que se trata
de formas de romance hispánico. Es preciso tener en cuenta
también que no es igual estudiar un documento que un
códice de más de cien mil acepciones en letra
visigótica. Hay que resaltar que en la Academia de la
Historia existen docenas de códices sin abrir desde el
siglo XII, lo mismo que en el Archivo Histórico Nacional.
Ni se ha estudiado este ni otros diez mil, también en
Montpellier, París o Londres.
Cautelas
A las preguntas de si se trata de un texto en romance
responden: "Dentro del glosario se aprecian tres dimensiones:
latín adulterado por romance que era la lengua viva de los
pobladores, romance latinizado y formas completamente
romances".
Ambos investigadores consideran que se puede hablar de un
cambio de primacía en el hallazgo de las palabras en
romance. No nos parecen convincentes los datos que se han
aportado para retrasar hasta el año 1075 la
elaboración de las glosas, aunque tampoco existen
elementos que atestigüen fechas anteriores. Cuando se
estudien en profundidad los códices emilianenses y
silenses estaremos en condiciones de decir con mayor
aproximación que ahora que hemos adelantado un siglo
largo.
Claudio y Javier García Turza se muestran muy
cautelosos ante la posibilidad de que el testimonio encontrado
sea el más antiguo o que existan otros anteriores.
"Creemos que existen muchas posibilidades, pero no podemos
afirmar nada en concreto. No se puede decir que es el texto
más antiguo que vamos a encontrar en lo sucesivo".
Insisten en la palabra "cautela". "Las glosas se empezaron a
investigar este siglo".
Ambos profesores no quieren afirmar rotundamente que los
textos descritos representen las primeras palabras escritas en
castellano pero afirman que se trata del primer testimonio
conocido del romance, que es el antecedente directo del
castellano.
El futuro es para los hermanos García Turza
esperanzador. "No sólo el estudio de este glosario sino
la edición de todos estos textos que denominamos glosarios
puede representar una aportación muy notable para el
conocimiento de la historia y de la lengua altomedievales. La
investigación del códice 46 es un buen punto de
partida y necesitamos hacer una revisión de todas las
glosas emilianenses y las silenses de forma rigurosa".
El trabajo de los profesores de la joven Universidad riojana
servirá para indagar en otras lenguas, porque "existen
multitud de transliteraciones de formas latinas en griego; en el
siglo X estaba de moda que el escriba pusiera su nombre no en
latín sino con grafías griegas. Quiere ser erudito,
dar la sensación de que domina la lengua y esa actitud da
lugar a las ultra correcciones (glosas) y nos están
permitiendo conocer la lengua romance. Además en este
glosario aparecen formas germánicas; los escribas, cuando
no sabían traducir una palabra, la imitaban de forma
idéntica a como aparecía en el texto copiado".
Los autores del trabajo participan en un proyecto de
investigación cuyo objetivo es el análisis de las
glosas y los glosarios hispanos de la alta Edad Media. Su
propósito es publicar el estudio histórico-
filológico y la edición crítica del conjunto
de códices emilianenses y silenses que contiene una de las
aportaciones lexicográficas más notables de la
cultura europea medieval.
San Millán de la Cogolla
Es imprescindible conocer la actividad lexicográfica
altomedieval para comprender cabalmente el sentido y el valor de
las breves anotaciones,comentarios y explicaciones a las voces
latinas, difíciles o anticuadas que denominamos Glosas
Emilianenses, Silenses, etcétera.
En este sentido, el monasterio de San Millán de la
Cogolla es, sin ninguna duda, uno de los escritorios
altomedievales más productivos y originales de este tipo
de obras de toda la Península Ibérica. De él
salen algunas de las compilaciones léxica y culturalmente
más ricas de todos los centros intelectuales europeos. A
título de ejemplo, baste la mención de los
códices emilianenses números 31 y 46 de la Real
Academia de la Historia de Madrid, en cada uno de los cuales
encontramos alrededor de 25.000 artículos, lo que supone
al menos 100.000 acepciones. Este caudal de voces refleja la
totalidad de saberes (la técnica lexicográfica, los
métodos e instrumentos de enseñanza, las fuentes
literarias y cristianas primitivas, todo tipo de aspectos
relativos a la sociedad, las religiones, las formas de vida, las
mentalidades, el latín español de la Edad Media y
el protorromance hispánico) del hombre de los siglos X y
XI.
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