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* El Mundo Ibérico
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Un siglo de investigación histórica y
arqueológica han esbozado una imagen contradictoria
e irregular de la cultura ibérica, desarrollada en
dicha península a partir del siglo VI a.C. y
desaparecida paralelamente a la consolidación del
poder de Roma. Al ser una cultura ancestral y
específicamente española, se han transmitido
más los tópicos que los avances
científicos. Estos, por otro lado, han estado
más interesados en aspectos parciales de la cultura
material ibérica que en la síntesis e
interpretación, y poco dados al esfuerzo divulgativo
de estos conocimientos.
Cristina Vera. Redacción/ La muestra "El
Mundo Ibérico. Una nueva visión en los albores del
año 2000", expuesta en la Universidad de Granada, se
une a otras líneas recientes de investigación, en
la búsqueda de una más profunda, transdisciplinar
y matizada visión del mundo ibero y su acercamiento a la
sociedad, con un contenido centrado en las últimas
investigaciones arqueológicas en el sureste de la meseta
central española, piedra angular del Mundo Ibérico,
extensible desde más allá de los Pirineos hasta las
tierras granadinas y el Valle del Guadalquivir.
Oretanos, Contestanos y Bastetanos (pueblos
ibéricos)
vivieron hace 2.500 años condicionados por un paisaje muy
distinto al actual. Así, la exposición toma como
punto de partida la reconstrucción paleoambiental del
entorno. Una peculiar configuración geográfica
favoreció las comunicaciones. Las características
lagunas endorreicas debieron servir de elementos orientadores de
la red viaria, entre la que destaca la legendaria Vía
Heraclea. La ausencia de accidentes importantes redujo al
mínimo la necesidad de grandes obras de infraestructura
y potenció un comercio de largo alcance, donde objetos,
personas e ideas viajarían con total fluidez a lo largo
de ella, vertebrando las costas catalana y levantina con el
interior peninsular y Andalucía. Analizar el comercio
antiguo permite conocer el modo en el que obtenían
aquellos bienes para ellos escasos, y además se puede
entrever la evolución de las comunidades humanas
involucradas en esos intercambios.
Fue la forma principal de contacto entre las muy diferentes
sociedades mediterráneas occidentales en el primer milenio
a.C. A lo largo de siglos de existencia, la sociedad
ibérica, en el comercio como en otros aspectos,
siguió una evolución en la que cambiaron aspectos
estructurales, de organización interna, y otros elementos,
como las mercancías intercambiadas, y por supuesto, lo
fundamental de todo intercambio: "el otro". La muestra
estructura una visión del comercio entre los iberos de una
manera diacrónica que permite conocer según la
naturaleza de los productos y de las redes de
comercialización, las distintas etapas de la cultura
ibérica, hasta el golpe mortal de la dominación
romana cuando un comercio ibérico, con rasgos propios,
desaparecerá junto con la sociedad que lo había
creado.
Otra clave para el conocimento de toda cultura es su
experiencia de la muerte. Las necrópolis ibéricas,
en el exterior de los poblados formaban un espacio sagrado
delimitado y su carácter grupal indica la busca de
proximidad entre quienes en vida tuvieron una afinidad familiar,
de rango, sexo o edad. La incineración fue el ritual
dominante, aunque hay casos de enterramientos de
inhumación, sobretodo de niños, en el interior de
las viviendas de los poblados. Las cenizas de los difuntos junto
con su ajuar funerario se depositaban en enterramientos, cuya
diferente tipología, combinada con la de los objetos y
ofrendas, aportan gran información para el conocimiento
de la estructura social ibérica.
La muestra recoge y explica estos aspectos incluyendo entre
sus tesoros piezas de la necrópolis de Los Villares.
Allí se han documentado dos depósitos de los restos
de un banquete funerario. Ambos presentan una gran riqueza
material: joyas de oro, cajas de madera con placas de marfil y
especialmente una rica y variada vajilla ática,
relacionada con el consumo de comida y vino en el banquete. La
magnífica escultura de guerrero a caballo -animal
divinizado-, que cubría una tumba tumular de esta
necrópolis, heroiza al aristocrático personaje
enterrado, que así expresa su superioridad en la muerte
como fundamento de su poder en la vida.
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