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*José de Anchieta. Fundador y dramaturgo en Brasil

El 9 de junio de 1997, se realizarán una serie de actos conmemorativos del IV Centenario de la muerte de Anchieta, el jesuita español (canario) fundador de metrópolis tan impresionantes como S­­ao Paulo, autor de una amplia obra literaria (en prosa y verso), de la primera gramática de la lengua tupi- guaraní, prematuro ecologista, etc. Figura del intelectual y hombre de fe entregado a la tierra brasileña.
Mario García Guillén. (S­­ao Paulo)/ Como sucede con otros muchos personajes de rango histórico y literario, también en el caso de Anchieta carecemos de una visión nítida, tanto de la época en que vive como de sus rasgos biográficos. Y no precisamente porque no existan extensas publicaciones a se respecto. Se trata sin embargo de libros destinados a un público muy concreto, por lo general religioso u orientados hacia un espiritualismo que aparta a un buen número de lectores.
Aquí trataremos, por el contrario, de exponer a los ojos del lector a Anchieta de forma sencilla y que pueda alcanzar a todos.
El 9 de junio de 1997, se realizarán una serie de actos conmemorativos del IV Centenario de la muerte de Anchieta, el jesuita español (canario) fundador de metrópolis tan impresionantes como S­­ao Paulo, hoy situada entre las mayores del mundo, y autor de una amplia obra literaria (en prosa y verso) en la que concurren obras de teatro, sermones, cartas, escritos teológicos y de fe. Estamos pues ante una de esas figuras de personalidad múltiple: teólogo, profesor, fundador, filósofo, beato, escritor, administrador... y aún podríamos adjudicarle más amplio listín de actividades, todas ellas desempeñadas con notoriedad.
José de Anchieta nace en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife) hijo del vasco Juan López de Anchieta, desterrado a las Canarias precisamente por su activismo en las luchas comunales y que, si no fuera por la intercesión de una figura tan influyente como Ignacio de Loyola (con el que estaba emparentado), habría sido decapitado.
Nuestro personaje, José de Anchieta, disfruta de una infancia tranquila, gozando de la paz de Tenerife a cuya isla no llegaban las presiones y activismos de la Península. Muy joven, con sólo 14 años, muestra su inquietud religiosa y se traslada a Coimbra (Portugal) donde ingresa en la Compañía de Jesús. Allí permanece de 1548 a 1551. América tiene solamente cincuenta años desde la llegada de Colón y Portugal está reactivando la ocupación de su territorio: Brasil. En las ciudades portuguesas el tema del día a día en las calles, reuniones de sociedad, palacios y conventos, está centrado en la vida de las colonias y especialmente en Brasil: su exotismo, vida indígena, colonización etc... son el plato del día.
Anchieta progresa en sus estudios en letras, con la idea de ir a Brasil y evangelizar indígenas, pero al mismo tiempo conoce el teatro. Es su primer encuentro con este arte y con Gil Vicente, que está en plena moda, por quien se dejará guiar en muchos de los aspectos de su dramaturgia. Era común, tanto en Coimbra como en las otras ciudades importantes portuguesas y españolas, que la órdenes religiosas realizasen representaciones teatrales sobre la vida de santos, mártires y, en general, temas de devoción católica. Anchieta siente verdadera fascinación por estas representaciones capaces de calar tan hondo en las personas que asisten como espectadores. Los temas no podían ejercer mayor fascinación para un joven de firme vocación: "La Historia de Dios", "La barca del Infierno", "Tragicomedia pastoril de la Tierra de la estrella". La influencia de Gil Vicente aparece en la obra de Anchieta y la mayor parte de los especialistas que estudian , analizan y comentan su obra (Armando Cardoso, Lothar Hesser, Lemos Barbosa, José carlos de Macedo Soares; Hélio Abranches Viotti entre otros...) coinciden en ello. Sin embargo, no podría soñar aún José de Anchieta que su mayor originalidad y la fuerza de su teatro se debería a la aportación del mundo indígena brasileño.
Teatro barroco y aporte indígena
La convivencia de Anchieta con los indígenas fue amplia, estando como rehén, incluso, durante largos períodos de tiempo.
Durante ellos observa los rituales indígenas, ricos en simbología. Sus actos, en la plaza central de sus aldeas, son de espléndida belleza y requieren ritmo y armonía. Y no están carentes de lo que en términos teatrales definiríamos como coreografía.
Anchieta va a sumar todo lo que ha visto de teatro barroco en Coimbra a este aporte indígena. De la unión va a salir un espectáculo renovado que es el teatro anchietano: una ceremonia, un rito, con versos de perfecta métrica, primicias narrativas, conflicto entre los personajes presentados y una conclusión contundente en su final.
Anchieta tiene que contar las historias de sus compañeros de fe, mártires y las excelsidades de Dios, para que sean apreciados y entendidos por un "público" de cultura, lengua y hábitos completamente diferentes. He aquí algunas de las obras o representaciones ofrecidas por Anchieta a los indios: "En la fiesta de Navidad o Predicación Universal" , "Auto de la fiesta de San Lorenzo", "Auto de San Sebastián", "En la aldea de Guaraparim", "Recibimiento del P. Mar‡al Baliarte" entre otros.
A los anteriores hay que añadir un largo etcétera de otros textos y sermones que son una verdadera representación. El jesuita español José de Anchieta, que fundó la ciudad de S­­ao Paulo, viéndola después en un sueño como la gran metrópoli que es hoy, se consagra en sus textos como un prematuro ecologista que ha entendido perfectamente la misión del hombre como elemento inteligente de la creación que ha de preservar la originalidad de cuanto le rodea.
Su contacto con el pueblo indígena le lleva a escribir la primera gramática tupi-guaraní y un amplio glosario en esas lenguas que permita a sus compañeros venidos de Portugal o España entenderse con los nativos.
Mal sabía que el tiempo jugaba una dura baza contra la naturaleza y contra los aborígenes, ambos semi- exterminados y que nos llevan hoy a campañas de ecología y de lucha en defensa del indio.
Esta figura, Anchieta, hoy al fiel de la balanza de su IV Centenario, en el marco vecino de otro mayor que será el V Centenario de Portugal en Brasil, corresponde a canarios y españoles airearla. Ya sabemos que la virtud de los españoles no es precisamente esa. Nos encanta sumergir a nuestros intelectuales y grandes hombres en el anonimato y desconocimiento, abusando de pretextos de los más irrisorios posibles: divergencias religiosas, políticas, envidias, pereza por estudiar el pasado, etc. Afortunadamente para José de Anchieta lo que los españoles no hacemos lo vienen haciendo los portugueses, alemanes, ingleses y norteamericanos porque existen en esas nacionalidades muchos estudiosos de su obra.


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