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* Latinoamérica: Artes plásticas en el fin de siglo

"En el actual espectáculo de la imagen, también el restringido terreno del arte construye sus proscenios. (...) Nada es hoy preciso en el espacio de las artes visuales. Una maravillosa confusión de códigos sitúa a los artistas ante una pantalla en la que operan como los programadores de sus devaneos imaginarios" (Andrea Giunta)
Diana Wechsler. (Universidad de Buenos Aires)/ Globalización, transnacionalización, homogeneización, descoleccionamiento, desterritorialización, son algunos de los términos usados en este fin de siglo para pensar y definir a la cultura. Sin embargo, esta pérdida de fronteras genera como contraparte un proceso inverso de reubicación, de recuperación de los límites, de adopción de nuevas posiciones dentro de un mapa cultural. La fragmentación aparece como otro de los rasgos de la cultura y con ella la presencia de nuevas redes que organizan el horizonte simbólico de maneras diversas a partir de la reasignación de jerarquías construyendo nuevas síntesis, agrupando lo que antes estaba alejado y provocando otros sentidos.
En el marco de Mercosur cultural (San Pablo) y por iniciativa del Museo Universitario del Chopo (México) y el colaboración con la Fundación Banco Patricios (Buenos Aires) se realizan dos exposiciones en San Pablo, Buenos Aires y México: tres megaciudades, tres espacios para el arte de este fin de siglo. "Modernidad y contemporaneidad en las artes plásticas" y "[En tránsito], señales presentes" son los títulos de estas muestras en las que se indaga en torno a lo común y lo diverso en el arte contemporáneo latinoamericano.
Anna Teresa Fabris, curadora de la exposición realizada en el Centro Cultural Sao Paulo, (15 de agosto al 30 de septiembre de 1996) ha reunido obras de artistas plásticos de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Su objetivo es replantearse desde el presente cuestiones de identidad cultural entendiéndola como un concepto problemático pero no por eso carente de vigencia. Fabris plantea la presencia de una "identidad fragmentada y erosionada tanto en términos personales como nacionales, lo que obligaría a los artistas contemporáneos a encontrar nuevos modos de reinventarse". Si bien Latinoamérica está atravesada por diferencias que constituyen una identidad compleja esto no implica, afirma Fabris en el texto del catálogo, "negar todo sentido de lugar del que las obras latinoamericanas pueden ser portadoras". Sugiere, a partir de las obras seleccionadas, relativizar el mito de la "aldea global" y repensar las marcas regionales reconciliando contradicciones y diferencias, reconociendo a su vez la vigencia de una visión del mundo en la que no existe ningún punto fijo. Los artistas elegidos para esta exposición del Mercosur Cultural son: Marta Minujim y Pablo Siquier por Argentina; Anna Bella Geiger y Rosangela Rennó por Brasil; Carlos Colombiono y Ricardo Migliorisi por Paraguay y Germán Cabreta y Nelbia Romero por Uruguay.
Entre tanto en Buenos Aires (del 5 al 28 de septiembre de 1996) y en México (del 10 de enero al 10 de febrero de 1997) se desarrolla una experiencia de intercambio artístico entre México y Argentina. Las curadoras: Andrea Giunta por Argentina y Paloma Porraz por México eligieron doce artistas jóvenes, seis por país que ponen de manifiesto una intensidad y variedad de propuestas plásticas en la que se combinan elementos del mundo cotidiano en sugerentes planteos críticos.
No sacralizan la realidad ni la aceptan tal cual es -señala Porraz- sino que la desagregan, la decodifican y juegan con ella con "dosis diversas de agudeza y desafección corrosivas". "La conjunción de objetos inventa y descubre una realidad distinta" escribe la curadora mexicana en el catálogo y esto es lo que se lee en las obras de Damián Ortega, Abraham Cruzvillegas, Eduardo Abaroa, Marco Arce, Sofía Taboas y Daniel Guzmán. En sus producciones aparece la ironía desacralizadora del lugar del arte y el artista en la sociedad. También se registra una propuesta desde la que pensar las nuevas tendencias de la plástica de los noventa articulada, en estos casos, en torno a un discurso crítico de la dependencia del hombre con el consumo y los medios masivos.
La ciudad y sus sombras. Artistas argentinos ante el 2000". Así titula su texto en el catálogo Andrea Giunta sugiriendo ya desde el comienzo una cuota de perplejidad que es quizás la misma que se recibe ante las instalaciones expuestas de Alicia Herrero, Rosana Fuertes, Graciela Sacco, Daniel Ontiveros, Gustavo Romano y Jorge Macchi. Sus trabajos cargados de preguntas, corrosivos están planteando otra apuesta para el arte de fin de siglo, la de la forma -plástica en estos casos- como vehículo para la articulación de otros sentidos de lo cotidiano, para la reflexión. Los desplazamientos, las tensiones, el forzar las imágenes y objetos conocidos en una combinación extraña produce nuevos ordenamientos y estructura-comunica otros argumentos sobre la realidad.
Este tipo de exposiciones ofrece la posibilidad de constrastar producciones simbólicas contemporáneas de diferentes centros latinoamericanos y verificar convergencias y divergencias en los recorridos realizados por los artistas en sus respectivos campos culturales. Es una ocasión productiva para pensar desde el arte el mundo contemporáneo.


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