29-5.htm

Los intelectuales
en la postguerra fría

Los Dres. José Luis Orozco Alcántar y Rafael Pérez Miranda, catedráticos de la UNAM, participaron en el curso "Intelectuales, Medios de Comunicación y Configuración de la Sociedad Civil", organizado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, en el mismo expusieron sus opiniones y los resultados de sus investigaciones sobre el papel de los intelectuales en la "postguerra fría".
Erick Betanzos N. UNAM / A lo largo de la década de los años 90 ha resurgido la preocupación por el papel de los intelectuales en la sociedad. Después del llamado "fin de las ideologías" y de los que más tarde se definió como el "fin de la historia" tras el derrumbe del socialismo real, han comenzado a emerger nuevas ideas o reactualizado algunas consideradas arrumbadas. Asimismo, una novedosa cultura está en proceso, en la que los medios de comunicación desempeñan un rol de gran importancia.
En este contexto, los intelectuales del viejo orden cultural han perdido vigencia. Sin embargo, la necesidad de conocimiento que toda sociedad tiene para vivir, ha impulsado la creación de novedosas figuras de pensadores. ¿Quienes son ahora estos intelectuales? ¿Dentro de qué instituciones sociales se desenvuelven? ¿Cuáles son sus criterios y sistemas valorativos?
Los cambios económicos, políticos y sociales en la llamada postguerra fría, generaron hipótesis por parte de los intelectuales que finalmente no se cumplieron, explica el Dr. Rafael Pérez Miranda, académico de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán.
Quizá la más difundida de ellas fue la de reconocer a la democracia liberal como el mejor y único sistema posible de organización de las sociedades. A partir de esta idea y de la suposición de que las naciones bajo este régimen de gobierno no se hacen la guerra, se vaticinó el fin de las confrontaciones bélicas, así como de las luchas ideológicas.
La utopía no se cumplió y subsisten conflictos ineludibles: la existencia de sectores marginales cada vez más amplios, la discriminación racial y la persistencia de conflictos armados, entre otros. El mayor desafío para el intelectual continúa siendo la explotación del hombre por el hombre.
Sin embargo, según el catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, José Orozco Alcántar, los estadounidenses han modificado el papel del intelectual del siglo XIX, entregado a resolver los grandes problemas nacionales o mundiales, por el del experto dedicado a la planificación de procesos electorales, relaciones públicas o asesoría financiera, por citar algunas de sus tareas.
Un fundamento de sus actividades es el pragmatismo, doctrina que toma como criterio de verdad el valor práctico y que, en su concepción del mundo, niega la existencia de una visión total de las cosas. Por lo tanto, para ejercer un mayor control sobre el entorno, es necesario seccionarlo cognoscitivamente y especializarse en un tema. El planteamiento resulta propio del status quo: "para no alterar nada, hay que dominar fragmentariamente el conocimiento", explica el catedrático.
El desarrollo de esta doctrina ha contribuido al detrimento de las grandes filosofías políticas. Esto ha generado la ausencia de ideologías, con el resultado de que, hasta el momento, no parece existir "una alternativa global al globalismo", por decirlo de alguna manera.
En opinión del Dr. Pérez Miranda, quien imparte materias relacionadas al régimen internacional de inversión extranjera, es necesario buscar soluciones globales que, es probable, impliquen reformar ideas o esquemas anteriores. En este sentido, los intelectuales deben realizar investigaciones sociales a partir de nuevos conceptos, descartando aquéllos ya agotados como liberalismo, neoliberalismo o imperialismo.
Utilizar estos términos es una manera simplificada de referirnos a transformaciones políticas y económicas suscitadas en la mayoría de los países durante los últimos años, explica el especialista. Si se analiza cada sistema en el mundo, subyacen diferencias tan significativas que hacen imposible el empleo de términos comunes para definirlos. En México y el resto de América Latina, por ejemplo, la eliminación de políticas paternalistas y de protección a mercados e industrias locales por parte del Estado, marca la llegada del neoliberalismo. En contraste, los norteamericanos identifican al paternalismo y proteccionismo estatales con el liberalismo.
Esto prueba la ausencia de consenso respecto a cómo definir las corrientes políticas y económicas actuales, surgidas, en ocasiones, del proceso de globalización mundial, a las que no siempre deben ser identificadas como liberales o neoliberales.
La globalización ha generado una intensa lucha por los mercados internacionales y, con ello, la imperiosa necesidad de hacer más eficientes los sistemas productivos en cada país. En el caso de los países dependientes, su participación en la inversión y el mercado va en descenso. Las naciones industrializadas exportan capitales y comercian, cada vez más, con países que tienen un desarrollo similar. Si las tendencias actuales continúan, la relación dominante-dominado tocaría a su fin y con ello el imperialismo, al menos como lo hemos conocido hasta ahora.
"Cada vez somos menos necesarios los países en desarrollo y participamos menos en el ámbito internacional", explica el Dr. Pérez Miranda. Esta situación agrava aún más el aumento del desempleo en el Tercer Mundo y la migración hacia países desarrollados, en donde las oportunidades laborales comienzan a escasear.
Hace unos años, a un incremento de la producción correspondía una mayor oferta de trabajo; sin embargo en la actualidad, sobre todo en el Primer Mundo, ya no sucede así. El aumento del producto se genera por una mayor eficiencia, para lo cual se aplican tecnologías de vanguardia que cada vez requieren menos mano de obra.
La disputa por los puestos de trabajo en las naciones industrializadas ha despertado el llamado "nuevo racismo". Por ejemplo, luego de décadas de tener una participación significativa en la economía alemana, los turcos son ahora blanco de fuertes hostilidades por parte de grupos extremistas.
De esta manera, el proceso de globalización esconde serias contradicciones. Quizá la más dramática es que dejará sin empleo a millones de personas, comenta José Orozco Alcántar. En esta nueva sociedad sólo sobrevivirán quienes tengan una inteligencia estratégica, capaz de sumarse a la lógica de las grandes avances cibernéticos. Algunos intelectuales perciben que esta problemática sólo podrá ser superada a través de un genocidio de grandes magnitudes o del férreo control de la natalidad.
Para Orozco Alcántar, la hegemonía militar de los Estados Unidos, vinculada a las corporaciones, ha sido un factor determinante en el proceso de globalización mundial y de su economía cibernética, aspecto pocas veces considerado por los analistas.
Por esto, entender el mundo norteamericano y a sus intelectuales es indispensable para explicar diversos acontecimientos que afectan a la mayor parte del planeta, concluye Orozco Alcántar.
Nota: texto remitido por Dirección General de Intercambio Académico de la UNAM, tomado de Boletín de Intercambio Académico.


Retorno pag. anterior