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Los Nobel iberoamericanos


HOUSSAY: Nobel impulsor de la Investigación en Argentina y en Latinoamérica

B.A. Houssay, profesor de la Universidad de Buenos Aires, Premio Nobel de Medicina, representa el ejemplo de científico latinoamericano entregado a su trabajo científico y académico. Destacó en los estudios sobre fisiología, los esfuerzos por la modernización de las enseñanzas médicas, la defensa de las libertades académicas, su método de trabajo -claro, simple, experimental- y, finalmente, su carácter emprendedor, como demostró con la fundación del Instituto de Fisiología o del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.
Héctor Charreau. Argentina. UBA / En la ciudad de Buenos Aires nació y se formó el doctor Bernardo Alberto Houssay (1887-1971), una de las personalidades científicas más vigorosas que produjo Latinoamérica.
Fue un autodidacta. No perteneció a la escuela científica ni tuvo maestría y conoció los centros de Europa y Estados Unidos cuando ya era célebre. Por otra parte, desarrolló su capacidad en una época donde la investigación no existía en Argentina. Según su propia confesión, la lectura del libro "Introduction a l'étude de la Medécine Expérimentale" de Claude Bernard, le permitió realizar el milagro de hacerle ver el camino. Este fue tan provechoso, que sus ideas sobre investigación universitaria cambiaron el panorama de Latinoamérica y Argentina, otorgándole renombre universal en 1947 cuando su labor fue reconocida con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología.
El hombre de ciencia
La actuación del doctor Houssay en los ambientes científicos, se extendió desde 1910 hasta 1971; período de tiempo que puede dividirse en etapas que reflejan aspectos interesantes de su personalidad.
La primera de éstas, 1910 a 1919, estuvo marcada por la diversidad de su actuación. Trabajó como clínico en el hospital Alvear y en clínica privada; fue joven profesor titular de fisiología en la Facultad de Veterinaria y jefe de patología en el instituto Bacteriológico, sede oficial análoga al Instituto Pasteur. En todos esos lugares desarrolló una actividad febril, concretando experiencias que luego le serían útiles. Así, la clínica le informó de los problemas de las glándulas endocrinas; la Veterinaria le enseñó el conocimiento de las técnicas y el manejo de los animales; el instituto le permitió familiarizarse con los problemas de las toxinas y la inmunología.
En la segunda etapa de su vida, de 1919 a 1943, fue designado profesor titular de Fisiología en la Facultad porteña de Medicina. Se consagró entonces, de forma exclusiva, a la docencia y la investigación, transformando la cátedra en el Instituto de Fisiología.
Cambió la enseñanza de la fisiología para hacerla práctica, moderna, razonada. Propugnó la selección de los estudiantes y su limitación a la capacidad de la escuela; así como la dedicación a tiempo completo de los profesores. Todas esas innovaciones trajeron resistencias, pero sus ideas rebasaron los límites de Argentina y se impusieron en otros países latinoamericanos, aún antes que en el suyo propio.
En 1943 un acontecimiento iba a marcar esa trayectoria ascendente. Al estallar una insurrección militar, cambiaron las autoridades nacionales y universitarias. Houssay se manifestó públicamente por las libertades académicas, por lo que el nuevo gobierno lo separó del Instituto de Fisiología. Pasados los momentos iniciales de desconcierto, reaccionó con vigor. Poco después obtenía la ayuda económica de la Fundación Sauberán y la colaboración de un grupo de sus fieles discípulos, para fundar en 1944 el Instituto de Biología y Medicina Experimental, asociados a la Universidad de Buenos Aires y al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, hasta su muerte.
En el año 1947 recibió la consagración universal, cuando su prestigio era total, con la concesión del Premio Nobel de Medicina y Fisiología.
La producción científica
Su producción fue tan múltiple como variada. En 61 años de labor publicó sólo o con sus discípulos, más de 800 artículos sobre endocrinología y metabolismo, farmacología, inmunología, así como sobre educación médica y divulgación científica.
Sus trabajos sobre hipófisis, que le llevaron al Nobel, son quizá los más relevantes de su trayectoria científica, se iniciaron en 1910. Poco después del descubrimiento de la insulina en 1921 observó en el sapo (Bufe arenarum Hensol), hipofisectomizado, gran sensibilidad a esta hormona y la resistencia que daba la administración de extractos de lóbulo anterior. Repitió y confirmó los experimentos en el perro, probando así el papel de la hipófisis en la regulación de los hidratos de carbono. En 1930 demostraba con Biasotti la atenuación de la diabetes pancreática por hipofisactomía en el perro y más tarde obtenía diabetes por inyección de extractos hipofisarios. Estos hechos fueron comprobados luego en diversas especies animales y en el hombre mismo, y abrieron nuevos horizontes en el conocimiento de la diabetes y en el papel de las glándulas endocrinas en la regulación del metabolismo de los hidratos de carbono. Demostró que el injerto de páncreas entre la carótida y la yugular de perros, regulaba normalmente la glucemia y los protegía de la diabetes.
Es estudio de la regulación de la función sexual en los batracios fue otra de sus preocupaciones. Con Galli-Mainini encontró que la orina de mujer embarazada provocaba eliminación de espermatozoides en el sapo macho, dando origen a la conocida reacción diagnóstica.
Aparte de estas publicaciones originales bien conocidas, otras de no menos relieve versaron sobre registro de los ruidos cardíacos (O. Orias) metabolismo de los pigmentos biliares (M. Roger), respiración, ponzoñas de serpientes, escorpiones, arañas, etc. y sus efectos sobre el organismo, curere, etc.


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