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ARTES PLÁSTICAS, CRÍTICA Y MODERNIDAD. BUENOS AIRES (1920-1930).

La década de los años veinte, clave en las artes argentinas.

"Nuestra época es revolucionaria y caótica. Parece, por eso, una época de confusión y decadencia. Pero las épocas de confusión artística son más creadoras y fecundas, contienen los gérmenes del arte futuro."

Diana Beatriz Wechsler UBA. Argentina/ Las afirmaciones que abren este artículo pueden remitirnos a distintas épocas o quizás también a la actualidad, pero están situadas en tiempo y espacio. Se trata de parte de un texto que apareció en la Revista Atlántida de Buenos Aires, hacia 1923. La curiosidad por recuperar algunos aspectos de esa época "revolucionaria y caótica" guió la investigación realizada en torno a la reconstrucción del campo artístico de Buenos Aires en la década de 1920-30. ¿Por qué Buenos Aires como centro del análisis?
La modernidad, como proceso socio-económico-cultural se expresa en América Latina con características propias y diferenciales respecto de los países centrales. Esta especificidad deriva de la situación dialéctica entre la importación de patrones europeos y la combinación y procesamiento de ellos en los diferentes centros latinoamericanos, originando así una cultura de mezcla.
El caso de Buenos Aires aparece como uno de esos ejemplos paradigmáticos de la cultura de mezcla, entendida como la combinación de elementos de distinta procedencia dentro de un campo cultural activo y altamente receptivo a las influencias extranjeras. La tesis producida se instala en la encrucijada entre el Buenos Aires tradicional y el moderno, en la tensión entre estos dos términos que se revelan con singular densidad semántica al analizar el campo artístico.

"Bañista" (1928) de Raquel Forner.
Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires

Experiencia y modernidad

Buenos Aires aparece en los años veinte como escenario y protagonista a la vez de la experiencia de la modernidad. La rapidez e intensidad de las modificaciones que se suceden día a día impone una permanente toma de posición, adaptación o acomodación frente a lo nuevo. De qué manera la instauración de la modernidad incide en el campo artístico y en qué medida sus respuestas contribuyen en la construcción de lo moderno son algunas de las preguntas que generaron la pesquisa.
Lo nuevo y el cambio se presentan como valores centrales dentro del proceso modernizador. El campo cultural aparece como espacio privilegiado en donde observar el debate en torno a la adhesión o rechazo de lo moderno. La crítica de arte publicada por los medios gráficos -diarios y revistas del Buenos Aires de los años veinte- fue elegida como fuente central para la reconstrucción de las respuestas ante el impacto de lo nuevo.

Momento clave

Los textos y las obras revelan a la década de los veinte como momento clave de nuestra historia del arte, momento en que se introducen, se perciben y radican las primeras señales de la modernidad artística en Buenos Aires. El análisis deja al descubierto una nueva perspectiva acerca del proceso de la entrada de la renovación estética en nuestro medio.
Este proceso supone en el ámbito de las artes plásticas la presencia de nuevos actores, propuestas estéticas, debates, modelos de relación e intervención en el campo artístico y en lo social. Paralelamente se observan por contraste, las posiciones académico-tradicionalistas en el lenguaje plástico, los discursos críticos, las instituciones, etc.
Nuestra modernidad artística, periférica, tiene como rasgo distintivo la convivencia de propuestas plásticas de diferente orientación. Obras como las de Fernando Fader, o las de Pío Collivadino y Guillermo Butler -caracterizadas por exhibir un lenguaje residual, heredero del impresionismo, y de la pintura regional española- conviven en tensión con obras como las de Emilio Pettoruti, Xul Solar, Ramón Gómez Cornet, Norah Borges, Alfredo Guttero -contaminadas por las conquistas de las vanguardias históricas, representan lo más intenso dentro de la renovación artística-; entre estos extremos existe una amplia gama de grises entre los que se encuentran los trabajos de Víctor Cúnsolo, Raquel Forner, Aquiles Badi, Antonio Berni, Lino E. Spilimbergo, Adolfo Travascio, Ernesto Scotti, Lorenzo Gigli, etcétera -en ellos se pueden rastrear las diferentes formas de apropiación de los nuevos lenguajes acercándose en algunos casos más y en otros menos a la modernidad plástica--.
Buenos Aires se convierte en escenario de la construcción y consolidación de un campo artístico problemático. En él se observa la convivencia más o menos conflictiva de diferentes versiones del repertorio de lenguajes plásticos ofrecido por el catálogo europeo previamente reacondicionado a las necesidades de significación y a las posibilidades del horizonte de expectativas de los artistas y del medio.

Renovación artística

La institucionalidad de nuestro campo artístico hacia los años veinte es aún débil, esta condición plantea la imposibilidad de una ruptura abrupta. Sin embargo, no supone la ausencia de conflictos a la hora de la aparición de propuestas emergentes.
A partir de este estado de cosas se produce un proceso de renovación artística de características peculiares. La variedad y el tono moderado de nuestra renovación artística da lugar para pensar un tipo especial de modernidad plagada de matices. La identificación y estudio de estas "zonas grises" enriquecen la reconstrucción del período, permitiendo recuperar una dimensión más densa de nuestro pasado artístico.
Las imágenes de ciertos artistas europeos -unos, representantes de la pintura regional española, otros vinculados a los realismos contemporáneos y el novecento italiano-, junto a obras de artistas que hacia la década del veinte ya estaban consagrados --como Fernando Fader-- y frente a ellos los grupos emergentes son el núcleo de las referencias visuales de los actores de este proceso.
Esta trama en tensión, recreada en la tesis Crítica de arte: condicionadora del gusto, el consumo y la consagración de obras. Buenos Aires 1920-30, da la oportunidad para una nueva y más sugerente comprensión de nuestro pasado artístico.
Se trata de una nueva mirada que arroja una construcción diferente en donde se puede ver la imbricación de obras argentinas y europeas, reflexiones, prácticas y representaciones del campo artístico que dieron particular identidad a la época.


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